¿Alguna vez te has preguntado por qué hay gente que se recupera más rápido que otra al caer en cama con el mismo virus? ¿Cómo es que hay gente que responde bien a tratamientos de radioterapia o quimioterapia mientras que otros parecen empeorar con cada tanda? O mejor, ¿cómo es que hay gente que pasa prácticamente toda su vida sin tener que tomar medicina alguna?
Hay una serie de elementos que determinan no solo la respuesta del organismo ante casos de enfermedades, sean estas leves o catastróficas, sino también la propensión a enfermar: estilo de vida, factores hereditarios, hábitos alimenticios y nivel de actividad física, por mencionar algunos. De igual manera, hay estudios que sugieren que la actitud con la que se afrontan las situaciones juega un papel, pero esto es algo ya mucho más subjetivo.
De los elementos mencionados, hay uno -factores hereditarios- que resulta de especial interés en medicina por conformar la base de todo. Son estos factores hereditarios los que muchas veces explican que una persona que cuida su salud como quiera desarrolle un cáncer, o bien que pase al revés, que gente que no se cuida pase toda su vida en buena salud.
Redefiniendo la medicina y otras áreas
Si la genética es tan importante, se deduce entonces que esta debe ser la base para aplicar tratamientos médicos en caso de enfermedades. Aunque se trata de algo muy lógico, este enfoque en medicina es nuevo, ayudado en gran parte por avances en tecnología y por el hecho de que los costos de un secuenciado genético -un primer paso necesario- han bajado bastante, permitiendo incluso el ofrecimiento de kits y servicios a la medida en Estados Unidos y otros mercados.
¿Qué tan popular es el tema del secuenciado genético? Susan McClure, periodista fundadora de la revista Genoma y directora de la Coalición de Medicina Personalizada en Estados Unidos, ofreció un dato revelador en EmTech Caribbean 2019: el año pasado, 26 millones de personas se sometieron a análisis de ADN, y de aquí a 2021 se espera que la cifra llegue a 100 millones de personas.
El interés por conocer la composición genética individual hace sentido cuando nos damos cuenta de que el enfoque de medicina generalizado no toma en cuenta la individualidad de cada paciente, y, por eso, no siempre hay resultados satisfactorios. Trabajar en base al genoma de una persona permite identificar la mejor combinación de medicinas, conjuntamente con sus dosis y nivel de intensidad, para obtener resultados puntuales y optimizados.
La composición de cada persona es un elemento tan importante que sus efectos e interacciones van más allá de la medicina. En la vida diaria, por ejemplo, se conocen casos de alergias a plantas y alimentos. Igualmente comunes son las alergias a medicamentos, con consecuencias que van de lo leve (un sarpullido, por ejemplo) a lo grave (choque anafiláctico, que puede llegar a provocar la muerte).
En cierto modo, las alergias son reacciones que se dan a lo interno del organismo, y es por eso que compañías como Procter & Gamble, que desarrollan y comercializan productos de consumo que entran en contacto con el organismo interno a través de la piel, llevan algún tiempo tomando en serio no solo los avances en genómica, sino, además, participando activamente en este campo.
Comentaba Jay Tiesman, de Procter & Gamble, que no solo ofrece la genómica una oportunidad de entender las interacciones del cuerpo humano con componentes químicos y otros elementos, sino que, en ocasiones, ofrece la clave para optimizar la composición de los productos con la finalidad de generar mejores resultados en menor tiempo. El ejemplo clásico de este tipo de aplicación son las cremas antiarrugas y otros cosméticos que van por esa línea.
El tema de la genética, la genómica y demás derivados es uno que suele disparar alarmas, sobre todo cuando la discusión se enfoca en áreas profundas, como la edición genética y la posibilidad de “diseñar” bebés perfectos con rasgos altamente deseables y salud resistente. Como se puede ver aquí, el campo es mucho más amplio de ahí, y los beneficios, aparte de resultar muy lógicos, son reales. La cuestión es trabajar con ética y con miras al bienestar general.