¿Quién entiende a la gente?
Por años se ha estado acusando a los medios de mentir y de obedecer a intereses particulares.
En efecto, esta percepción, que con el paso de los años se ha ido globalizando, es una de las principales razones por las que hoy tenemos medios “liberales” e “independientes” entorpeciendo aún más el flujo de noticias.
Es también esta percepción de sesgo y polaridad uno de los motivos del fenómeno de desinformación y fake news que tanto caracteriza esta era digital e hiperconectada en que vivimos.
Ahora que las elecciones de Estados Unidos se acercan a la recta final, el sesgo de grandes medios de ese país tan solo se ha intensificado, con una mayoría considerable tomando el bando demócrata, abiertamente rechazando al bando contrario.
Este fenómeno no es nuevo y, de hecho, durante la presidencia Trump era más que evidente el rechazo y la desidia ante un gobierno que a nivel de medios no parecía tomarse del todo en serio.
Así como hay medios decididamente prodemócratas, los hay que son prorepublicanos y, de manera particular, pro-Trump. En cada caso la credibilidad se pone en entredicho porque se obedece a líneas muy específicas.
Ante este panorama, el Washington Post, de tradición demócrata, anunció en días pasados su decisión de no respaldar a ningún candidato, asumiendo así una posición neutra.
La decisión, según Jeff Bezos, su propietario, obedece a esa falta de credibilidad que ha estado caracterizando a los medios desde hace décadas.
Curiosamente, lo que podría considerarse una decisión valiente por parte de un medio importante ha recibido el rechazo y la crítica del público.
¿Qué está pasando? Cuestión de timing, dirían algunos. Hay quienes ven la decisión de no apoyar públicamente las aspiraciones de Kamala Harris como una forma de mantener la fiesta en paz en caso de una eventual victoria de Donald Trump.
Visto así, algunos críticos consideran la decisión del Washington Post como un acto de cobardía que busca garantizar una posición cómoda bajo cualquier escenario.
Más allá de las críticas y la pobre valoración, la decisión del Washington Post ha llevado a algunos de sus colaboradores a renunciar y a unos 200,000 lectores a cancelar sus suscripciones en la versión digital.
En un editorial publicado el lunes 28 de octubre, Bezos mantiene su postura y justifica su decisión al considerar que un apoyo público tan solo genera una sensación de sesgo que contribuye a la crisis de credibilidad que afecta a los medios.
Bezos sí admite que la decisión debió tomarse en un momento más alejado de las elecciones, aduciendo que se trató de planificación inadecuada y no de una estrategia intencional.
Ustedes, ¿qué opinan?