La tecnología de la nube ha resultado útil para muchas cosas, entre ellas almacenar documentos, fotos y otros archivos sin ocupar espacio físico en el smartphone o la PC y también para disfrutar de videos sin hacer un uso intensivo de los recursos a la mano. De igual forma la nube es aprovechada por empresa para gestionar sus procesos de una manera inteligente y “ligera” en lo que respecta a equipos, potencia y otros elementos asociados.
Por el lado del usuario común de smartphones, tabletas y PCs, la primera condición para disfrutar de los beneficios de la nube es contar con una buena conexión a la internet, un requisito que se hace evidente sobre todo a la hora de hacer streaming, pues una conexión que sea lenta o poco estable resultará en una reproducción que podría ser de baja resolución, con el agravante de que podría de paso sufrir numerosas interrupciones. Nada divertido, ¿no es así?
Desde un punto de vista de consumidor, la nube se hace presente día tras día a través de servicios como Dropbox, un recurso para gestión de documentos, fotos y demás, y Netflix, donde se tiene acceso a todo un catálogo de películas, series y documentales que no siempre están disponibles en la televisión o en la propia Internet.
¿Qué tiene que ver la nube con videojuegos? Simple: hace años se viene proponiendo la idea de aprovechar este recurso para facilitar el acceso a los numerosos títulos que componen este universo, esto partiendo del hecho de que las consolas son caras y es una inversión que no todos están en la disposición de hacer, sea por falta de interés o por falta de dinero.
Un acceso a videojuegos por la nube no solo prescindiría en gran parte de una consola, sino que -en teoría, al menos- ayudaría a que estos lleguen a más gente, lo que traduciría en mayores ventas y mayores ingresos.
Partiendo del éxito de servicios como Netflix, cualquiera pensaría que no hay mucha ciencia en poner los videojuegos en la nube para su respectivo streaming, pero hay que recordar que estos títulos representan un reto al estar cargados de gráficos intensos y un nivel de acción que requiere de potentes servidores y una conexión a Internet que responsa con la rapidez y el nivel de latencia que se esperaría de una consola o computadora diseñada especialmente para los fines.
Con todos los avances que se ven por el lado de gráficos, streaming, conexiones de internet, procesadores, servidores y demás componentes, era cuestión de tiempo que se materializara el tema de los videojuegos en la nube, y es así como ahora mismo es uno de los temas más calientes en este ámbito.
Bien podría decirse que Google dio el primer paso en marzo con Stadia, y aun con las dudas que le rodeaban por la mala costumbre que tiene esta compañía de engavetar proyectos de manera repentina, este finalmente verá la luz en noviembre. Obviamente el primer requisito es tener una conexión de Internet que valga la pena, y ya fuera de eso estar preparados para pagar una suscripción mensual de 10 dólares para tener acceso a sus facilidades. Ya cada título, con excepción de Destiny 2, que viene incluido en el kit inicial que saldrá en octubre, deberá ser comprado aparte. ¿Cuál es la facilidad entonces? Que no se requiere consola y que esos títulos residirán en la nube.
A Google le siguió los pasos nada menos que Microsoft, que ve igualmente un potencial en la nube y por ello demostró en E3 2019 su propia propuesta, Project xCloud, que estará basada en Xbox One y posteriormente en Project Scarlett. La misma había sido previamente introducida en octubre de 2018.
También en E3 se vio la propuesta de Bethesda, Orion, que pretende ser más un complemento que una competencia al prometer compatibilidad con una gran variedad de plataformas y ofrecer los componentes necesarios para mejorar la experiencia de la nube para aquellos casos donde la conexión a Internet no es quizás la más óptima. Parte de su propuesta se basa en delegar algunos procesos a la máquina local para que estos no se desempeñen a la misma vez que son transmitidos al usuario.
La solución de Bethesda, según aquellas funciones que decidan usarse, tiene el potencial de reducir hasta en 40 por ciento el ancho de banda requerido para una experiencia óptima de streaming de videojuegos y de reducir en hasta 30 por ciento el tiempo de codificación de los cuadros del video previo al streaming hacia el usuario. En pocas palabras, los beneficios son para todos, siendo lo más importante que justamente mitiga lo que se considera uno de los mayores obstáculos señalados en streaming de videojuegos: la calidad de la conexión a Internet.
¿Tendrá algún impacto el poner los videojuegos en la nube? El éxito o no de esta propuesta dependerá mucho de la reacción inicial de los usuarios cuando estos servicios finalmente estén disponibles. Stadia ya tiene fecha -noviembre de este año- y ya se sabe igualmente que el requisito mínimo es una conexión de 10Mbps, siendo 25Mbps lo necesario para una experiencia de juego 4K. Project xCloud entraría en fase beta pública en octubre, mientras que el Orion de Bethesda sería probado más adelante en el año.