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La paradoja de la privacidad

La paradoja de la privacidad

Todos queremos privacidad, pero no hacemos nada al respecto. Nos quejamos de que grandes corporaciones recolectan y usan nuestra información para su beneficio, pero entonces la regalamos alegremente cada vez que publicamos algo en las redes sociales. Nos gusta comprar por internet y resolver todo por esa vía por un asunto de comodidad, pero a la vez queremos que se respeten nuestra información y privacidad. Vaya paradoja, ¿no? Sin embargo, esta es la realidad a nivel global, según el Privacy Index de EMC Corporation.

En base a data recolectada de 15,000 consumidores en 15 países, EMC no solo llega a estas conclusiones, sino que demuestra que aunque el deseo por la privacidad es global, sus percepciones varían según la región y la actividad realizada online, ya sea que se use el medio para realizar compras, resolver asuntos bancarios o para socializar. De manera concreta se han identificado tres paradojas fundamentales que se detallan a continuación:

  • La paradoja de quererlo todo: los consumidores dicen que quieren toda la conveniencia y los beneficios de la tecnología digital, pero no están dispuestos a sacrificar su privacidad para obtenerlos.
  • La paradoja de la inactividad: a pesar de que hay un riesgo de privacidad grande en el mundo online, la mayoría de los encuestados no toma medidas especiales para protegerse, a la vez que consideran que la responsabilidad corresponde a quienes manejan su información (gobierno, empresas y otras instituciones).
  • La paradoja de compartir en redes sociales: los usuarios de redes sociales dicen valorar su privacidad, pero comparten libremente grandes cantidades de datos personales pese a que no confían en que las instituciones protegerán su información.
© EMC Corporation

© EMC Corporation

Llama la atención, aunque no es del todo sorprendente, el hecho de que ciertas percepciones sobre privacidad varíen según la actividad realizada online. Para fines de su Indice de Privacidad, EMC ha identificado seis tipos de “yo online”, cada cual con un conjunto de características que definen su proceder y acciones:

  • El Yo Social: interacción con redes sociales, programas de correo electrónico, texto/SMS y otros servicios de comunicación
  • El Yo Financiero: interacción con bancos y otras instituciones financieras
  • El Yo Ciudadano: interacción con instituciones gubernamentales
  • El Yo Médico: interacción con médicos, instituciones de salud y aseguradoras.
  • El Yo Empleado: interacción con sistemas y sitios web relacionados con el empleo/empleadores
  • El Yo Consumidor: interacción con tiendas online

¿Cómo varía la percepción de privacidad según estas categorías, que no son excluyentes? EMC ha determinado a través de su estudio que el “Yo Ciudadano” es el más dispuesto a sacrificar su privacidada cambio de protección o un acceso online más fácil y eficiente a los servicios del Gobierno. Paradójicamente, el “Yo Social”  es el menos dispuesto a sacrificar su privacidad. A pesar de estas tendencias, dentro de cada categoría hay diferencias a nivel regional por una cuestión de cultura, tradiciones, historias y hasta necesidades. Este punto queda ilustrado cuando vemos que Alemania es el país menos dispuesto a sacrificar su privacidad a cambio de mejor acceso a servicios, mientras que los primeros cinco lugares los ocupan India, Medio Oriente, China, México y Brasil, con leves diferencias.

La edad parece ser otro factor relevante: los encuestados mayores de 55 años en todos los países dijeron estar menos dispuestos a sacrificar privacidad por conveniencia y expresaron el mayor deseo por tener control sobre su información, pero a la vez son los que menos acciones toman para proteger su privacidad, ya sea mediante manejo adecuado de contraseñas o ajustes a la configuración de sus equipos y cuentas de servicio.

EMC

© EMC Corporation

El panorama a futuro

En un escenario de redes sociales, servicios online, configuraciones complejas y poca educación respecto a cómo usar estas herramientas adecuadamente, es lógico esperar que haya una reducción sustancial de la privacidad, al punto que esta será prácticamente nula. En la práctica lo vemos, pero la cosa puede ser aún más difícil con el paso del tiempo. La gente está consciente de esta realidad, y eso se vio en el Privacy Index de EMC:

  • 81% de los encuestados anticipa que la privacidad disminuirá en los próximos cinco años.
  • 73% de los encuestados anticipa que su privacidad en las redes sociales será más difícil de mantener en los próximos cinco años.
  • La gran mayoría (84%) dice que no les gusta que nadie sepa nada sobre ellos o sus hábitos, a menos que ellos mismos decidan compartir esa información.
  • Apenas 51% dice confiar en las habilidades de los proveedores de proteger sus datos personales y apenas 39% dice confiar en la ética de esas organizaciones.

 ¿Qué se puede hacer?

Ya hemos establecido que esta cuestión de la privacidad tan solo va a empeorar con el paso del tiempo. Marcos Nehme, director de la división técnica RSA para America latina y El Caribe de EMC, lo resume de la siguiente manera: hay cuatro pilares que están definiendo el futuro inmediato a este nivel, y esos son big data, movilidad, nube y redes sociales. Cada día se genera una cantidad inusitada de información (big data) que las organizaciones en todas partes del mundo se afanan en recolectar, estudiar y entender para en base a ella tomar decisiones y ofrecer productos y servicios. Toda esa big data viene de redes sociales, transacciones y la actividad online en general, que ahora más que nunca se ve impulsada por la nube y la movilidad.

© EMC Corporation

© EMC Corporation

Este panorama lo conocemos, participando e interactuando en el mismo sin percatarnos muchas veces de lo que ello implica. Sabemos que la privacidad está en juego, pero a veces no imaginamos a qué nivel. Nos dan las herramientas para regular el acceso a nuestra información pero, por una combinación de vagancia, ignorancia y complejidad, no las usamos. ¿Y los gobiernos? La mayoría de ellos bien gracias, en estas cuestiones no se meten y los que sí participan lo hacen de manera muy tímida.

Para Nehme es crucial que consumidores, organizaciones y gobiernos se creen una conciencia de lo que está pasando con la credibilidad para así participar todos en una solución que sea factible a la realidad actual y a los derechos individuales de cada usuario. La información es poder, y por eso no es adecuado eliminar su acceso de cuajo, pero tampoco es una buena idea compartir todo por las redes sociales, como hace mucha gente. Se debe buscar un intermedio, y para ello los gobiernos de cada país deben asumir una postura al respecto.

Mayor participación del gobierno, con el cuidado de que no se afecte la innivación, es algo necesario, pero, como reitera Nehme, no puede actuar solo. Se requiere de un compromiso por parte de organizaciones, que deben facilitar las opciones de seguridad para los usuarios de sus servicios, y de los consumidores, quienes deben asumir un papel más proactivo.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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