Despidos masivos, recontrataciones impulsivas, controversias, malas ejecuciones, suspensiones antojadizas y censuras que para nada van en línea con la pregonanada libertad de expresión.
Todo lo expresado en párrafo anterior resume lo que hasta ahora ha sido la nueva etapa de Twitter bajo el mando de Elon Musk, el excéntrico personaje que a lo largo de 2022 ha actuado con la aparente misión de poner fin al pajarito azul de las redes sociales.
Con cada día que pasa, la misión parece acercarse a su etapa final, pues en menos de dos meses Musk ha socavado no solo la reputación y funcionalidad de una plataforma que todavía sigue siendo la mejor fuente para noticias de último minuto e iniciar debates, sino que, además, ha debilitado la estructura interna al punto del derrumbe.
Casually sharing occasional links is fine, but no more relentless advertising of competitors for free, which is absurd in the extreme
— Elon Musk (@elonmusk) December 18, 2022
En el nuevo Twitter, que estaba supuesto a ser un paraíso de la libertad de expresión, según lo vendiera Musk, cualquier cosa puede llevar a la suspensión inmediata de la cuenta.
Así, por ejemplo, momentáneamente fue suspendida la cuenta de Mastodon. También momentáneamente, quizás por presión de los propios usuarios, estuvo prohibido compartir links de plataformas “rivales”en Twitter.
¿Qué es esto? ¿No se supone que la gran idea de las redes sociales es compartir, interactuar y promover proyectos, negocios y demás? ¿No que Musk iba a “arreglar” la cuestión de la borrosa falta de expresión aquí?
Mucha gente ha estado endiosando a Elon Musk por muchos años, y ahora que está al frente de Twitter es evidente que se ha llegado a creer la película. Solo así se explican las decisiones impulsivas e irracionales que ha estado tomando y echando para atrás de manera sistemática.
Musk ha llegado a creerse por encima de todo y todos, y tan convencido está de su estatus divino que sometió una encuesta a sus súbditos el domingo 18 de diciembre preguntando si debía dejar el cargo de CEO de Twitter, esto con la promesa de acogerse al resultado.
Quizás esperando las acostumbradas alabanzas, el resultado fue en contra suya: de un total de 17,502,391 votos, más de 10 millones votaron QUE SE VAYA. Duro golpe para un ego tan grande, pero, entonces, no es para menos: Twitter está hoy en una situación muy precaria, quizás sin precedente.
Should I step down as head of Twitter? I will abide by the results of this poll.
— Elon Musk (@elonmusk) December 18, 2022
Lo que empezó como un tanteo y un reto de parte de Musk en marzo se este año poco a poco ha devenido en un circo que no es solo de mal gusto, sino que encierra por demás una serie de rasgos que guardan similitud con una dictadura.
La gran pregunta ante el resultado de la encuesta es si Musk recogerá y dejará el puesto a otra persona. De ocurrir así, no hay garantía de que el nuevo incumbente pueda dehacer el daño provocado por todo este circo.
Mientras prosigue el circo sin fin en Twitter, en otras compañías Musk el descontento campea con este personaje. Una de ellas es Tesla, que se ha quedado sin una cabeza efectiva desde que empezó todo este drama, tal como lo dijo el tercer mayor inversonista individual, el indonesio KoGuan Leo.
Leo, quien tiene una participación de 3.4 mil millones de dólares en Tesla, ha pedido públicamente la renuncia de Musk como CEO del fabricante de automóviles, y con sobrada razón.
¿Qué pasará en lo adelante? Solo queda esperar.