Las pantallas se hacen cada vez más flexibles, y el mejor ejemplo de ello son los smartphones plegables, disponibles en el mercado desde 2019 con mejoras considerables con cada nuevo modelo que se lanza.
Aunque se trata de una tecnología relativamente nueva, al menos en ejecución comercial, la realidad es que detrás de las pantallas flexibles hay décadas de investigación y desarrollo.
Como es lógico, con cada nuevo desarrollo y avance tan solo aumentan las capacidades y durabilidad de las pantallas flexibles, dos elementos que aumentan sus posibilidades de uso e implementación.
Una de las compañías que más avances exhibe en este frente es LG, con aplicaciones en televisores enrollables y otros dispositivos igualmente flexibles que suelen exhibirse en espacios como CES como lo último en innovación.
No estamos en CES todavía, pues esto se realiza siempre en enero, pero es muy posible que por allá se vea la más reciente hazaña de la compañía: una pantalla OLED a color capaz de ser estirada sin provocar daños estructurales.
El primer prototipo fue presentado en 2022, pudiendo llevarse de 12 a 14 pulgadas, pero ahora esa capacidad de estiramiento ha sido llevada a 18 pulgadas en el prototipo mostrado a finales de noviembre en Corea del Sur.
Esa capacidad extra de estiramiento se ha logrado con un nuevo sustrato de silicio, similar al material usado en lentes de contacto, y a una nueva estructura interna.
Este prototipo es más resistente que su antecesor. Está pantalla flexible puede ser estirada hasta 10 mil veces sin problema alguno a nivel de la calidad visual, soportando incluso exposición a temperaturas extremas.
¿Y qué se haría con una pantalla tan flexible? Una idea que se menciona mucho es la posibilidad de incluirla en ropas para dotarlas de una funcionalidad que por años se ha tratado de impregnar.