Volar drones, ya sea con fines recreativos o comerciales, es una actividad que lleva ya varios años en firme crecimiento, siendo cada vez mayor la cantidad de gente que se apunta y la variedad de equipos disponibles en el mercado, los cuales satisfacen cada bolsillo y necesidad en términos de precio y especificaciones.
En la medida en que aumenta el uso de drones han ido igualmente en aumento las regulaciones motivadas por incidentes en los que se han vulnerado zonas excluidas para vuelo recreativo o de cualquier otra índole, como fue el caso en la navidad de 2018 en las cercanías de dos aeropuertos de importancia en Reino Unido: Gatwick y Heathrow.
En su momento, DJI, actualmente el fabricante de mayor importancia y envergadura, no solo colaboró en las investigaciones, sino que al mismo tiempo implementó cambios en sus drones que facilitan determinar su ubicación en cualquier momento.
Sería fácil pensar que el incidente de los aeropuertos en Reino Unido quedaría como un registro de imprudencia focalizado y que los cambios implementados a varios niveles serían suficientes, pero las cosas no son así. Fuera de ese país se han reportado otros incidentes, y eso ha llevado a la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos a proponer regulaciones que obligarían a estos aparatos a siempre brindar su ubicación para fines de rastreo.
Desde un punto de vista de seguridad, lo de la FAA podría lucir sensato y hasta justo, pero, desafortunadamente, la propuesta no es tan simple como pudiera parecer. En efecto, según analistas y usuarios de estos aparatos, volar drones por hobby, diversión o mero entretenimiento pronto podría dificultarse sobremanera, a un punto que la propia industria podría desaparecer eventualmente.
La propuesta de la FAA, extensiva a drones caseros y aparatos voladores de manufactura artesanal controlados por radio, requiere que estos se conecten a una base de datos de seguimiento de ubicación a través de Internet. Asimismo, obligaría a la adjudicación de un número serial único que correría por cuenta del fabricante, el cual, a su vez, debe cumplir con una serie de requisitos de ese órgano regulador.
De manera específica la regulación propuesta por la FAA aplicaría a cualquier nuevo equipo volador controlado remotamente que tenga un peso superior a las 0.55 libras. Implicaría asimismo invertir en un plan de datos por parte del usuario. Las bases de datos para fines de rastreo están aún por desarrollarse.
La propuesta de la FAA ha sido criticada tanto por usuarios de estos equipos voladores a control remoto como por fabricantes de renombre como DJI, que de por sí -como comentamos más arriba- ha integrado en sus drones un sistema de identificación por señales de radio que puede ser rastreada con equipos especializados para los fines. DJI ha propuesto que la FAA tome como base esta tecnología de identificación ya implementada en sus drones para desarrollar un estándar para la industria.
La regulación propuesta por la FAA obedece a cuestiones de seguridad derivadas de incidentes en las cercanías de aeropuertos y otros lugares sensibles. En el caso de artefactos artesanales, ofrecería lugares especiales para volar, pero solo por un año y con una serie de limitantes que dan la idea de que este organismo tiene el objetivo de que esa actividad artesanal no continúe.
Aun cuando se supone que las regulaciones de la FAA solo aplican a Estados Unidos, es de entenderse que estas afecten la actividad a nivel global porque los equipos tendrían que adaptarse a esas nuevas normativas y, al menos en el caso de América Latina, Estados Unidos suele ser el referente en la regulación de este tipo de actividades.