Se acerca la Navidad, y junto con el brillo y el jolgorio típicos de la época llegan las incontables ofertas en periódicos, televisión, radio e Internet que anuncian un día imperdible: Viernes Negro o, como prefiere la mayoría del público, Black Friday, porque en inglés suena mejor y es más atractivo.
Sí. Estamos en la semana del famoso -o infame, todo depende de como se mire- Black Friday, la ocasión perfecta para rematar todo ese inventario que se ha quedado sin vender a lo largo de los meses para así hacer espacio a nueva mercancía que eventualmente recibirá el mismo tratamiento. Las ofertas, que cada vez lucen más diversificadas y creativas, llegan por todos lados, y es aquí donde debemos hacer una pausa y pensar un poco en términos de prioridades, finanzas personales y pertinencia del gasto.
Black Friday, tal como indica el nombre importado, no es un invento local, pero, comercio es comercio en todos lados y es por eso que el fenómeno lleva años siendo internacional. Para los curiosos, resulta interesante que el origen exacto de esta celebración comercial es algo incierto, pues la primera referencia a un “viernes negro” tiene que ver con la crisis financiera registrada en 1869 gracias a un par de avivatos que quisieron especular con oro. Luego de eso, en la década de 1950, la policía de Filadelfia hablaba de “viernes negro” en referencia al caos que sucedía al día siguiente de Acción de Gracias por el inusitado flujo de compradores y visitantes que llegaban a la ciudad para ver el juego de fútbol entre el Ejército y la Marina de los Estados Unidos.
¿Cómo llega entonces el término “Black Friday” a ser sinónimo del día más concurrido de compras en prácticamente cualquier parte del mundo? Por un lado, tiempo atrás, era común que los comercios registraran ganancias en la fecha, pasando literalmente de rojo a negro en sus estados de cuenta. En Filadelfia parece que el término se afianzó, aun con la connotación negativa que suele acompañar al adjetivo negro, y el resto, como dicen, es historia.
El Black Friday de estos tiempos dista mucho de la versión de hace 10-20 o más años porque ya no se trata exclusivamente de un día de ofertas de remate. No. Ahora tenemos ofertas que duran todo el fin de semana, pre-ofertas de calentamiento y hasta nombres creativos que cambian el adjetivo negro por el color que identifique al comercio o cualquier otro adjetivo a juego.
Donde ha cambiado también la concepción de Black Friday es en la forma de comprar. Este es un día donde se pueden esperar tapones y caos, y ello quizás ha impulsado una tendencia a comprar online para así evitar esas situaciones. La gente sigue abarrotando tiendas, pero el año pasado las ventas de este tipo alcanzaron 6.22 mil millones de dólares, y cada año van creciendo.
La tentación de comprar en Black Friday es grande, por ese motivo aquí van algunos consejos:
- Revisa bien las ofertas y compara precios. Todos esos encartes de periódicos, correos electrónicos y anuncios televisivos sirven para hacer una comparación puntual y trazar un plan para comprar sin la presión y el caos que caracterizan la fecha.
- Verifica tus finanzas. Gastar por gastar nunca será una buena idea. Por muy buena que sean la oferta y las condiciones de pagos, toma en cuenta la salud de tus finanzas antes de lanzarte a la aventura. Esos gustazos sin poder luego salen muy caros.
- Unete a la oleada online. Contribuye al orden comprando artículos en línea. Solo asegúrate de que sean comercios confiables (Amazon, por ejemplo) y de que la página de compras sea HTTPS para que no sea víctima de hackeo o robo de datos.
- Si una oferta es demasiado buena, huye. Usualmente esas gangas sin precedentes esconden un triste engaño. No caigas en la trampa.