Compartir fotos nunca había sido tan fácil. Además de Facebook, la red social por excelencia, tenemos a Twitter, Flickr, MySpace y hasta Youtube. Fuera de la web 2.0 tenemos una invasión de blackberries y otros smartphones que facilitan sobremanera el compartir fotos con conocidos y desconocidos, lo mismo que subirlas por Internet. Por un asunto de vanidad e ignorancia las fotos han pasado del típico figurero a cosas cada vez más íntimas, y ahí es donde empiezan los problemas.
El fenómeno de mandar fotos en poca ropa y en poses provocativas de teléfono a teléfono se conoce como “sexting”, y el nombre obedece a que la práctica empezó justamente a través de los servicios de mensajería de texto, pero no se limita a eso. Es común que se manden fotos de toda clase entre los contactos del chat del blackberry, lo mismo que a través de otros servicios de mensajería instantánea como WhatsApp, popular entre usuarios de iPhone, y otros servicios más tradicionales, como el Messenger de Microsoft.
Inicialmente el sexting era visto como un fenómeno de la juventud, que siempre tiene ganas de experimentar. Al fenómeno ha contribuido la cada vez más evidente sexualización de jóvenes cantantes y artistas que compiten entre sí por usar la ropa más corta y provocativa, conjuntamente con maquillaje y peinados que van más allá de lo sensual, rayando a veces en lo vulgar. Rihanna, Lady Gaga, Taylor Momsen y Miley Cyrus son solo algunos ejemplos de esa camada de artistas que son vistas como modelos a seguir por sus fans más jóvenes, quienes inevitablemente imitan sus estilos y movimientos. Sin embargo, este asunto del sexting se da a todas las edades, inclusive entre adultos que se supone deben tener más criterio a la hora de usar las facilidades que brinda la tecnología.
¿Qué tan lejos ha llegado el fenómeno? El caso de Lori David, de Texas, Estados Unidos, da una clara idea. Lori es una mujer de 38 años, madre de dos hijos, que cometió un desliz imperdonable al mandar dos fotos suyas -una en topless, la otra sin ropa y en posición lasciva- a un compañero de clases de uno de sus hijos. El joven en cuestión es un menor de 16 años de edad, y ya podemos imaginarnos la sorpresa de sus padres cuando se toparon con esas fotos, que además de explícitas mostraban una cara conocida por ellos.
El desenlace de esta historia es previsible hasta cierto punto: Lori fue arrestada, y si bien enfrentaba una pena de hasta 10 años en la cárcel, el juez decidó ser benevolente. En vez de ir a la cárcel, Lori pasará cinco años sin usar Internet para fines sociales (sólo lo podrá usar para asuntos de trabajo) y sin mandar mensajes de texto a gente que no sea parte de su familia directa. No podrá tener niños en su casa, a menos que sean parte de su familia, y el acceso a la escuela donde estudia su hijo queda restringido únicamente al día de su graduación. La violación de cualquiera de estas disposiciones se traduce en cárcel inmediata. Por si no fuera suficiente, Lori también ha sido añadida a la lista de agresores sexuales, donde permanecerá su nombre por 15 años. En conclusión, el sexting le salió bastante caro.
El caso de Lori no es único. En este año se ha dado con cierta frecuencia en Estados Unidos el caso de maestras de escuela que mandan fotos y mensajes explícitos a sus alumnos con tal de seducirlos. Varias han sido arrestadas e invariablemente pierden sus empleos.
Algunas cosas es mejor no hacerlas. Este asunto del sexting puede traer problemas de varios tipos. No solo existe la posibilidad de que las fotos lleguen hasta las manos equivocadas, sino que puede convertirse en material de chantaje y hasta de demanda. He visto casos de personas que alegremente mandan fotos íntimas por correo y mensajería instantánea a sus contactos, muchas veces sin tener la certeza absoluta de que serán recibidas por la persona adecuada, y las consecuencias han sido lamentables. En un caso particular una persona fue víctima de sus propias fotos, que fueron subidas a un perfil falso en Facebook con la expresa intención de hacerle daño, objetivo que fue logrado en vista de que al poco tiempo perdió su empleo.