A nueve meses de su debut, ChatGPT sigue acaparando titulares y deslumbrando a más de uno con sus impresionantes habilidades, sin embargo, ¿qué pasaría si, de repente, se corta el flujo de datos con que se alimentan estas herramientas de inteligencia artificial?
Aunque es poco probable que tal escenario ocurra, es importante recordar que los modelos de inteligencia artificial se entrenan con grandes volúmenes de datos que, en su mayoría, provienen de la Internet.
Libros, fotos, noticias, material audiovisual y numerosos otros recursos, incluyendo información personal que dejamos regada en redes sociales y otros sitios, sirven para el desarrollo y evolución no solo de ChatGPT, sino de otros sistemas similares.
Siendo el caso que la inteligencia artificial implica el desarrollo de redes neuronales y procesos de machine learning, a nadie debería sorprender que toda la información contenida en la Internet sirva para la alimentación de esos sistemas, pero, la realidad es que ha habido escándalos a lo largo de los años cuando se hace de conocimiento público esta manera de proceder.
A modo de ejemplo están los casos de IBM y Cleaview AI, ambas acusadas de recoger millones de fotos de la Internet sin permiso alguno para desarrollar sus herramientas de reconocimiento facial.
La maravilla que es ChatGPT la debemos a un procedimiento similar de parte de su creador, OpenAI, compañía que nunca ha divulgado sus fuentes de alimentación para la ya famosa herramienta multiusos.
Por un tema de protección a la propiedad intelectual, medios como Reuters, CNN y The New York Times han decidido cerrar el paso a los bots de OpenAI que permanente recogen información de los websites de la Internet para seguir alimentando y entrenando a ChatGPT.
A este grupo se ha sumado a principios de septiembre el medio británico The Guardian, aduciendo la razón ya expuesta, y todo indica que otros más asumirán igual postura, todo gracias a que en agosto pasado OpenAI avisó que permitiría a websites bloquear el acceso de sus bots a esos contenidos.
Más allá de la protección de la propiedad intelectual, hay otros temas en juego que merecen ser analizados.
En un mundo donde se perfila un dominio casi absoluto de la inteligencia artificial, ¿qué pasará cuando las noticias generadas por esta vía carezcan de fuentes confiables y de calidad?
Quizás sea hora de trazar una línea entre la inteligencia artificial y su uso como complemento en beneficio de la humanidad versus la idea de que esta es una tecnología que puede hacer todo por nosotros, llevándonos así a la temida obsolescencia.