SOPA. Está presente en Twitter, es un tema recurrente en blogs y páginas de tecnología -sobre todo en Estados Unidos- y la prensa internacional, aún sea tímidamente, se ha hecho eco. Se hace evidente que hay mucha oposición a SOPA, al punto que para el 23 de este mes sitios como Youtube, Facebook, Google, Wikipedia y Twitter anunciaron que estarán offline a modo de protesta. WordPress y el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) también se oponen a SOPA de manera oficial, a la vez que estimulan a los usuarios de internet en general a participar en el debate.
¿Qué es SOPA y por qué hay tanto ruido y oposición? Para empezar, SOPA son las siglas de un proyecto de ley de la Cámara de Representantes de Estados Unidos que se pretende aprobar en ese país y que en la superficie parecería tener intenciones nobles. SOPA significa Stop Online Piracy Act, lo que se traduce al español como “Paremos la Piratería Online”, y en un principio puede dar la idea de que la intención es proteger a marcas legítimas y derechos de autor de las falsificaciones, imitaciones, usos indebidos y otras acciones que socavan esos patrimonios. Sin embargo, SOPA no es tan sencilla como pudiera parecer, y, de hecho, hay temor de que su aplicación dé al traste con el internet como lo conocemos hoy.
Entre otras cosas, SOPA le daría potestad a Estados Unidos de penalizar a websites y usuarios de internet dentro y fuera de territorio estadounidense que infrinjan los citados derechos de autor, y el problema con esto es que la definición de “derechos de autor” es demasiado amplia, al igual que el radio de acción que supone. Una de las principales quejas respecto a SOPA es que su contenido resulta poco claro, no define con exactitud qué cosas constituyen una efectiva violación a la ley y da demasiado poder a quienes se sientan en derecho de acusar por el uso indebido de su material.
¿Qué es uso indebido de material? Se supone que el hecho de copiar material de otros (ideas, conceptos, material de investigación, logos, marcas, etcétera) y no dar los créditos de lugar es una violación a los derechos de autor. Distribuir música, películas y cualquier otro material pirateado, sin contar con los derechos de lugar, es por igual una violación de este principio. Inicialmente, SOPA pretende combatir estas cosas, y es por eso que cuenta con el respaldo de las industrias de la música y el cine. El problema yace en que es una ley demasiado abierta que tiene el potencial de iniciar toda una revolución contraria a los principios de la sociedad de la información y la apertura que a nivel de libre expresión vive el mundo actualmente.
Por ejemplo, bajo SOPA, el mero hecho de que una persona comparta links, fotos o cualquier otro tipo de material protegido por derechos de autor a través de blogs o redes sociales puede conllevar a un bloqueo de esos sitios por haber facilitado esas cosas, aún cuando haya dado los créditos de lugar. No solo eso, la persona que infringió las leyes también enfrenta problemas legales, aún esté fuera de Estados Unidos, que pueden ir desde bloquearle el acceso a internet hasta multas y prisión. ¿Cómo saber si ese material y esos links que se comparten y a los que se hace referencia están violando la ley? Esa es la parte difícil, y la razón por la que SOPA resulta tan contraproducente en el contexto de la sociedad de la información, donde se supone que la ventaja es que la información es libre y está disponible para todos sin privilegio alguno.
SOPA tiene tal rechazo que justo hoy el congreso de Estados Unidos decidió congelarla, incluso aún después de haber sido modificada. Significa entonces que ya SOPA no será sometida a votación este 24 de enero, como estaba previsto, y sin duda la decisión tiene que ver con el hecho de que el propio presidente Barack Obama se opuso a la misma, algo que fue criticado en estos días por el magnate de las comunicaciones Rupert Murdoch, que sí está a favor de SOPA.
El hecho de que se haya congelado SOPA indefinidamente no es motivo de celebración porque aún queda la amenaza de PIPA (Protect IP Act), otro proyecto de ley sometido por el Senado estadounidense muy similar a SOPA y que persigue objetivos igualmente similares. La buena noticia es que, de momento, la Casa Blanca se opone por igual a PIPA.