¿Qué tan amenazados estamos por los robots? La pregunta, motivo de pánico para muchos, es una que se plantea con frecuencia en conferencias especializadas en el tema de los avances tecnológicos y su impacto sobre la sociedad.
Aunque llevan décadas coexistiendo con nosotros, ahorrándonos tiempo y esfuerzo tanto en el ámbito industrial y laboral como en la cotidianidad del hogar, es ahora que los robots son un verdadero motivo de pánico no solo entre la generalidad del público, sino por igual entre académicos, sociólogos y entes gubernamentales que observan una potencial crisis en lo que respecta a estabilidad laboral y bienestar en el futuro inmediato.
¿Qué ha cambiado? Ya los robots no son simples máquinas de aspecto frío y metálico programadas para hacer tareas repetitivas y monótonas. La nueva realidad es que, por vía de avances en óptica, sensores, inteligencia artificial y movilidad, los robots de ahora son cada vez más ágiles y versátiles, con destrezas que incluso van más allá de lo mecánico para incluir interacciones sociales que apuntan a un futuro de asistencia y servicio al cliente dominado por máquinas.
El escenario podría parecer tétrico, pero en realidad los robots deben ser vistos más como una colaboración y complemento que como una competencia. En la práctica se ve el caso a varios niveles: en la casa las lavadoras de platos y de ropa nos ahorran tiempo y trabajo, y en la oficina los trabajos manuales de rutina ya no quitan el tiempo a otras tareas de mayor importancia. A nivel industrial el impacto es aun mayor, reflejándose en mayores utilidades, mayor productividad y menores costos.
Es fácil pensar que las máquinas están mejor capacitadas que los humanos para hacer ciertos trabajos, pero debe recordarse que los robots, al igual que la inteligencia artificial y sus avances, son el resultado del ingenio humano, y su permanencia a largo plazo depende directamente de nosotros. Partiendo de ahí hace sentido la visión de que estas máquinas son un aliado, un complemento que facilita ciertas tareas y ejecuciones.
Con esta idea en mente, y por aquello de que los robots son realmente dinámicos y versátiles en su funcionalidad, presentamos a continuación tres escenarios donde estas máquinas, combinadas con inteligencia artificial y otros avances tecnológicos, pueden hacer la diferencia, siempre bajo una premisa de complemento y colaboración:
- Ventas al detalle (retail). Manufactura, logística, procesamiento de pagos, entregas y aplicaciones de ventas son algunas de las áreas de ventas al detalle donde la inteligencia artificial puede jugar un rol fundamental. Jonas Cleveland -fundador de COSY, una empresa especializada en robots para esta área- fue emfático durante su ponencia en EmTech Caribbean 2019 al decir que el objetivo no es sustituir al personal humano, sino complementarlo.
- Fisioterapia. Las actuales generaciones de humanos son las más longevas en la historia, y el prospecto es que la tendencia se mantenga e inclusive aumente para las venideras. En este escenario la gente no solo vive por más tiempo, sino que es igualmente más propensa a enfermarse. De manera específica, el riesgo de sufrir un infarto se duplica cada diez años a partir de los 55 años de edad, y en un escenario como este las terapias físicas van en aumento, según comentaba el profesor de ingeniería mecánica Neville Hogan en EmTech Caribbean 2019. En esta clase de tratamiento los robots resultan útiles al ofrecer mejor cuidado y bajar costos, pero para ello deben cumplir con cuatro cualidades: gentil, respetuoso, permisivo y adaptable.
- Escenarios sociales. Cuando se habla de robots en un contexto social las expectativas tienden a ser poco realistas, usualmente moldeadas por lo que se ve en películas con personajes como C3PO o Wall-E. Existen dos realidades en robótica que explican por qué estas máquinas no nos pueden sustituir: el conocimiento social es sumamente complejo y aquello que aprendemos de manera automática debe ser programado en el caso de un robot. Aun con estas limitantes, los robots diseñados para estímulo y educación temprana pueden resultar muy útiles en el contexto de la tecnología persuasiva, un concepto definido en 2002 por el experto en comportamiento humano BJ Fogg en donde la tecnología tiene el poder de influenciar un cambio en la actitud y forma de pensar de las personas sin forzarlas a ello. Para Sam Spaulding, investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), los robots sociales representan el futuro y son una oportunidad para aprender acerca de nosotros mismo.
Si la mera idea de coexistir con robots sigue siendo motivo de pánico, quizás sirva de aliento saber que no todas las ideas que giran en torno a estas máquinas son exitosas o factibles. A modo de ejemplo, Jeremy James, fundador de Cohort Systems, habló de la baja probabilidad de un futuro de entregas a domicilio dominado por drones en virtud de sus limitantes de peso a aguantar y distancias a recorrer. El avance de los robots podrá paracer imparable, pero la clave está en reconocerlos como un complemento y nosotros como humanos seguir perfeccionando nuestras habilidades.