Los hackeos están a la orden del día, y tal parece que nadie se salva, a juzgar por lo que se ha visto con Pegasus y su alcance.
Cierto es que Pegasus va mayormente dirigido a políticos, activistas, disidentes y otras “personas de interés”, pero ello no significa que el resto de la humanidad caiga víctima de métodos tan subrepticios de hackeos como este spyware, que más bien se comporta como malware.
De malware, phishing, malvertising, ransomware e ingeniería social en general estamos rodeados, y es fácil caer en la trampa aún no si no ejecutamos el famoso “error capa 8” que se atribuye a la gente directamente.
Con Pegasus se ha hecho evidente que hay formas de penetrar un teléfono sin necesidad de obligar a la víctima a descargar un documento o hacer clic en un link infectado. Estos ataques “cero clic” aprovechan vulnerabilidades directamente en el sistema operativo, y ello dificulta sobremanera protegernos de una manera efectiva.
¿Será que tendremos que dejar de usar teléfonos? Por fortuna, hay algo muy sencillo que podemos hacer para, aun sea momentáneamente, ponérsela difícil a los hackers: apagar el teléfono, y luego prenderlo.
Sí. Apagar el teléfono y luego prenderlo es un reboot, y cualquiera que haya usado una computadora o cualquier equipo electrónico puede dar fe y testimonio de que, a menudo, es la manera más rápida de resolver cualquier inconveniente técnico de carácter sencillo.
Esta técnica de hacer reboot del teléfono está contenida en el manual de las mejores prácticas de la directiva de ciberseguridad de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos -la infame NSA- y fue compartida este año durante una rueda de prensa por el senador Angus King, del Comité de Inteligencia del Senado.
Con tanto spyware sofisticado, ¿cómo es que funciona algo tan sencillo como apagar y prender el teléfono? La explicación yace en el hecho de que es muy difícil para cualquier hacker llegar al sistema de archivos raíz de cualquier teléfono, optando por desplegar su carga maliciosa directamente en la memoria del teléfono, donde pasa mayormente desapercibida, aparte de ser muy difícil de rastrear.
Estas técnicas de hackeo se aprovechan del hecho de que la mayoría de la gente raras veces apaga su teléfono. Es un hecho que al hacer reboot, estos hacks difícilmente sobrevivan, lo que obligaría al hacker a volver a ejecutar su operación, con el gasto de tiempo y recursos que ello conlleva.
Aún si este consejo no te convence del todo, no está de más ponerlo en práctica.
