Espinillas, ¿a quién no le han salido? Si bien se trata de una condición bastante común, sobre todo en la adolescencia, no hay dudas de que las espinillas, además de arruinar la cara, arruinan el ánimo de quien las tiene. Hay una abundancia de jabones, lociones y tratamientos astringentes que prometen eliminar esas molestas espinillas, muchas veces sin éxito, y de ahí que sea una de las consultas más comunes en dermatología. A menudo el diagnóstico se resume en una sola palabra: acné.
En torno al acné hay toda clase de conjeturas en lo relacionado a aquellos factores que propician su aparición y que pueden empeorar la condición. Por ejemplo, es frecuente echarle la culpa al chocolate, la mantequilla y otros alimentos ricos en grasas, y quizás esto obedece a la propia naturaleza del acné, que básicamente es una inflamación de la piel que ocurre cuando las glándulas sebáceas producen demasiado sebo y que está asociada a una bacteria llamada Propionibacterium acnes (P. acnes). Aún cuando se ha demostrado que la alimentación juega un rol mínimo en la aparición del acné, todavía aparece gente que hace la conexión entre ambas cosas.
La mayoría de los tratamientos contra el acné contiene agentes antibacterianos como ácido salicílico y peróxido de benzoilo, los cuales trabajan directamente sobre P. acnes. Se trata de ingredientes activos que suelen resecar la piel, con la consecuencia de que esta tiende a descamar y a quedar con lesiones permanentes, con el agravante de que hay cepas de la bacteria que son sumamente resistentes a estos tratamientos. En casos extremos se usan antibióticos en forma de pastillas, pero muchas veces el efecto se desvanece una vez se descontinúa el tratamiento. Aún cuando lo normal es que la condición mejore a medida que se sale de la etapa de asolescencia, hay muchos adultos jóvenes que padecen acné.
Como puede verse, los tratamientos hasta ahora se han enfocado en eliminar la bacteria causante del acné, con una tasa de efectividad que realmente depende de cada caso. A veces es bueno cambiar el enfoque, y justo eso ha hecho el laboratorio farmacéutico francés Sanofi Pasteur, que se ha unido a la Universidad de San Diego (California) para desarrollar una vacuna que en vez de actuar sobre la bacteria en sí se enfocará en desactivar unas proteínas inmunogénicas que ésta produce y que son las responsables de las molestas espinillas. De momento los resultados en pruebas con ratones han sido positivos, y se estima que la vacuna puede estar disponible dentro de cinco años.