La digitalización de los servicios financieros sigue cambiando la forma en que se emprende en República Dominicana. Un ejemplo reciente es la nueva edición de Vana Emprende, que regresa con un formato centrado exclusivamente en mujeres y bajo el concepto “Visionarias 2026”. Más allá de ser una campaña, es una muestra de cómo las apps de microfinanzas están generando oportunidades reales en segmentos que históricamente han tenido menos acceso al crédito formal.
El proyecto busca visibilizar las historias de usuarias que han logrado iniciar o hacer crecer un negocio a partir de micropréstamos adquiridos directamente desde la aplicación. El enfoque no está en las cifras, sino en el impacto: mujeres que, con montos pequeños y un proceso completamente digital, han logrado sostener negocios que dependen de flujo constante para sobrevivir en el día a día.
En este relanzamiento se seleccionarán cinco finalistas que recibirán reconocimiento y un premio en efectivo, pero lo más relevante es el espacio que tendrán para contar sus experiencias. Para una plataforma basada en datos alternativos, estas historias también funcionan como insumo cualitativo: permiten entender cómo el crédito bajo demanda, procesado por algoritmos, se convierte en un habilitador económico tangible.
Durante la presentación, los voceros compartieron aprendizajes que van en la misma línea: la tecnología financiera tiene sentido cuando se traduce en movilidad social y cuando logra llegar a personas que tradicionalmente han estado fuera del sistema. Ese es el caso de María, participante de una edición anterior, quien contó cómo un microcrédito gestionado desde el teléfono móvil terminó siendo la diferencia entre sostener su colmado o verlo desaparecer.
La convocatoria estará abierta hasta el 15 de enero de 2026, y la participación se gestiona directamente desde la app. Es otro ejemplo del giro que está tomando el ecosistema fintech: menos procesos presenciales, más trazabilidad, más acceso y menos fricción para quienes necesitan capital rápido para operar.
VANA opera en el país desde hace más de tres años y basa su modelo en análisis de datos no tradicionales para evaluar riesgo. En un entorno donde las brechas financieras aún son amplias, este tipo de herramientas sigue demostrando cómo la tecnología puede reducir distancias que antes parecían imposibles de cerrar.
