En estos días ha sido noticia el hecho de que Montblanc, una marca suiza asociada a lapiceros, lentes y relojes de la mayor calidad, haya incursionado en el segmento de relojes inteligentes con un modelo, Summit, que promete combinar lo clásico y lo moderno en una sola pieza de alta precisión.
Quienes conozcan algo de este mercado sabrán que esta promesa no es nueva, pues eso mismo es lo que ha querido replicar Apple con su Apple Watch, aliándose incluso a Hermès para un toque fashion de alta costura que se asocia igualmente a lujo y estatus.
¿Notan un patrón aquí? Montblanc no es la primera marca suiza de cierto nivel en incursionar en relojes inteligentes: ya en 2015 TAG Heuer hizo lo mismo al presentar Connected, que este año fue actualizado con un enfoque modular para permitir al usuario el mayor nivel de personalización posible, incluyendo, entre otras cosas, intercambiar mecanismo electrónico por uno mecánico tradicional.
Estos relojes inteligentes suizos, como habrán de imaginarse, son son baratos: el Summit de Montblanc arranca en 890 dólares, mientras que el modular de TAG Heuer –Connected 45– puede llegar a valer hasta 17,000 dólares a partir de su precio base de 1,650 dólares. Más que un reflejo de innovaciones tecnológicas, el precio aquí viene justificado por el uso de materiales de la más alta calidad y una precisión que hace juego al estilo impecable que caracteriza a ambas casas.
Pese a que son considerablemente más caros que cualquier reloj inteligente estándar de marcas asociadas al ámbito tecnológico, sea Apple, Motorola o LG, estos relojes, dentro de su ámbito, podrían calificar hasta de “baratos”.
¿Qué buscan estas marcas de alto nivel incursionando en tecnología? Por un lado, se trata de reconocer que el mercado ha cambiado: inicialmente se argumentaba que la gente no estaría dispuesta a abandonar sus relojes tradicionales -símbolo de estatus, por demás- por variantes tan cambiantes que podrían calificarse de desechables. Si bien esta postura se mantiene en ciertos círculos, queda claro que los millenials, responables de marcar las tendencias en la actualidad, no piensan así.
Estos relojes, al combinar lo tradicional con lo moderno, permiten a grupos más conservadores probar cosas nuevas sin perder su esencia. La tendencia no se limita únicamente a relojes, aunque posiblemente estos sean el elemento más emblemático de evidentes cambios de paradigma. Montblanc, por ejemplo, ofrece un lapicero, Starwalker, que por medio de resonancia electromagnética es capaz de transferir notas escritas a mano a medios digitales con tan solo pulsar un botón. El mismo se complementa con papel “aumentado”, valiendo el kit completo 680 dólares.
Es posible que marcas ultralujosas como Cartier no se entuasiasmen tanto con el prospecto tecnológico, pero si la casa suiza Shawish puede hacer una memoria USB recubierta de piedras preciosas y pedir más de 30,000 dólares por ella, nada puede descartarse.