Se trata de una realidad bien documentada que muchos preferimos ignorar: las botellas plásticas de agua son ahora mismo uno de los principales contaminantes de océanos y medioambiente en general, pero su uso no se frena.
La conveniencia de una botella de agua no hay que explicarla: nos saca de apuros cuando andamos en excursión, son excelentes como contingencia en situaciones de emergencia y son una estampa entre turistas, lo mismo que en cafeterías, restaurantes, hoteles y demás.
El gran problema de esta conveniencia es que, como casi todo, las famosas botellas plásticas no son desechadas como se debe ni tampoco aprovechadas correctamente, aún cuando hay proyectos como Rothys que las usan como materia prima para hacer unos interesantes y cómodos zapatos y dispositivos como Plastic Bottle Cutter que buscan sacar algún provecho casero a todo ese plástico.
Siendo el caso que alrededor de mil millones de botellas plásticas llegan a los océanos cada año, con todas las consecuencias negativas posibles, se hace necesario buscar una alternativa. Crear conciencia, aunque importante, no da frutos tan rápido como se quisiera ni fuerza a la gente a cambiar sus hábitos, por tanto deben verse otros cursos de acción, y justamente de eso trata este artículo.
La alternativa libre de desechos
Como cambiar los hábitos de miles de millones de personas no será nunca tarea fácil, quizás lo ideal sea ver el problema desde la perspectiva de los envases y cómo reducir el impacto medioambiental de los mismos.
En 2012 el Instituto Wyss de Harvard, conjuntamente con el profesor David Edwards, presentó la idea de envases comestibles hechos de plástico biodegradable y partículas de comida. El objetivo es, por supuesto, reducir los desechos generados por esa vía.
Aunque de aspecto futurista, esta idea va camino a comercializarse globalmente gracias a los esfuerzos de Skipping Rocks Lab, una startup londinense que recientemente recaudó más de 800 mil libras esterlinas (equivalente a más de un millón de dólares) en CrowdCube para su proyecto Ooho!, básicamente esferas de agua comestible que siguen el mismo principio de Edwards y Wyss.
Ooho!, que sustituye plástico biodegradable para la membrana exterior por algas marinas – una alternativa hasta más barata que el plástico- fue inicialmente presentado en 2014 por Skipping Rocks Lab. Se trata de una esfera gelatinosa que en su interior almacena agua y, en teoría, cualquier otro líquido. Para consumir el agua basta con morder la esfera y chupar su contenido o bien comerla entera. La idea, después de todo, es que no haya desperdicios.
La membrana que recubre el agua no tiene sabor alguno, aunque se le pudieran añadir en un futuro, según sus creadores. Este punto también fue mencionado en su momento por la gente del Instituto Wyss, indicando que la idea con este tipo de envases comestibles es que vayan acorde a sus contenidos. Así, por ejemplo, una esfera de gazpacho podría tener una membrana con sabor a tomate.
Almacenar el agua en esta forma requiere primero de frizarla en en forma de esfera y luego bañarlas en la mezcla de algas que conforma la membrana. Eventualmente el agua se derretirá, quedando atrapada en el interior de la membrana, que es de textura gelatinosa.
¿Podrá sustituir Ooho! a las infames botellas plásticas? Solo el tiempo dirá. De momento, es indudable que se trata de una idea interesante y útil, pero la misma puede representar limitantes sobre la conveniencia de las botellas plásticas, sobre todo en lo que vendría siendo transporte en bultos o carteras.