A la hora de hablar de hogar inteligente lo primero que suele llegar a la mente son sistemas de IoT (Internet de las Cosas) que permiten a través de una simple aplicación o de equipos especializados como las bocinas de Amazon o Google manejar de manera remota y puntual las luces, la climatización y hasta verificar si puertas y ventanas están debidamente cerradas.
Si bien el párrafo anterior describe en gran medida lo que es un hogar inteligente, hay que saber que el concepto es mucho más amplio, pasando de la sala de estar y la cocina directamente a las habitaciones hasta llegar al baño, siendo esta área la que menos asociamos al fenómeno.
Hasta ahora, por una cuestión de que la tecnología cuesta y hay siempre reservas por el tema de la privacidad en la que definitivamente debe ser el área más privada e íntima de la casa, las propuestas inteligentes para el baño se centran en espejos que proveen música y noticias, duchas que integran asistentes como Alexa e inodoros que además de calentar el asiento ofrecen opciones de aseo a quien los utiliza.
En cierto modo podría decirse que la integración de tecnologías en el baño es una extensión de la tendencia ya vista en el resto del hogar, apelando la misma a conceptos que están de moda y que se asume se desean para una experiencia de uso más cómoda y personalizada, siendo el mejor ejemplo de ello la posibilidad de tener música y noticias por vía del espejo. Es más, podría decirse que cuestiones como asientos calientes en el inodoro -orientada por supuesto situaciones de frío- son más un capricho que una necesidad real.
Podrá lucir superficial y hasta banal esta cuestión de tecnología en el baño, pero las cosas están por cambiar para tomar un rumbo hacia salud preventiva, precisamente por vía del inodoro. ¿Cómo así? Para entender este enfoque basta recordar todas las veces que al visitar el médico se nos piden muestras de orina o materia fecal para fines de exámenes.
No es la idea más agradable, pero la realidad es que los desechos humanos contienen claves importantes que podrían ayudar a detectar enfermedades en etapa temprana o bien alertar sobre la posibilidad de desarrollo futuro de las mismas. Cada vez que usamos el inodoro esa información se va por el desagüe, pero con la integración correcta de tecnologías no tiene por qué ser así.
Partiendo de estos hechos la Agencia Espacial Europea y el Instituto Tecnológico de Massachusetts se han unido para crear un inodoro inteligente – de momento conocido como FitLoo- que, por vía de sensores, haga un monitoreo de posibles marcadores de salud para fines preventivos. La información recolectada bien podría enviarse al smartphone del usuario o directamente a su médico general para fines de seguimiento.
FitLoo parte del sistema que emplean astronautas de la Estación Espacial Internacional para dar seguimiento a su salud durante misiones espaciales. Las ventajas de un inodoro de esta clase van más allá de uso individual al poder ofrecer data a autoridades de salud sobre posible esparcimiento de enfermedades en comunidades particulares.
Aun cuando la idea podría parecer novedosa y hasta de fuera de este mundo, hay que aclarar que FitLoo no es el primer inodoro en aplicar un enfoque de salud preventiva: ya en 2012 la japonesa Lixil había presentado un modelo que contemplaba este tema conjuntamente con Bluetooth para descargas remotas y otras atracciones que en su momento llamaron poderosamente la atención. Por supuesto, tanta belleza no sale barata. habrá que ver lo que se hace en el caso de FitLoo si se pretende su adopción masiva.