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Parler, MeWe: ¿qué está pasando con las redes sociales?
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Parler, MeWe: ¿qué está pasando con las redes sociales?

Desde hace meses, quizás años, se está dando un fenómeno curioso en redes sociales: la gente está insatisfecha, harta de ser blanco constante de anuncios dirigidos y, peor, de ser censurada o incluso manipulada respecto a la información a la que por allí se exponen.

Este fenómeno, que ha ido escalando vertiginosamente en las últimas semanas, está muy ligado al acontecer político de los Estados Unidos, que justo hoy estrenó un nuevo presidente.

A lo largo del mandato del hoy expresidente Donald Trump, las redes sociales, encabezadas por Twitter y Facebook, no escatimaron recursos ni oportunidad para definir posturas que, a la larga, resultaron en un sesgo difícil de ignorar.

El resultado, más allá de la furia de Trump cuando decidió invocar la hoy famosa sección 230 para hacerles daño, es que millones se personas en el mundo entero han decidido buscar alternativas en plataformas que prometen no solo libertad de expresión plena, sino que se comprometen a no hacer una recolección tan grosera de datos como la hace Facebook para su beneficio propio.

Para nadie es secreto que el gran negocio de Facebook no es ofrecer una plataforma “gratuita” para publicar fotos y conectar con familiares y amistades. El verdadero negocio, explotado de numerosas formas, es recolectar información que es luego analizada hasta la saciedad y hasta vendida a terceros para la famosa publicidad y otros productos que a veces ni siquiera sospechamos.

Dentro de las redes sociales tenidas por referencia, Facebook es quizás la más desacreditada, acusada públicamente de haber permitido intervenciones foráneas que pudieron haber influenciado resultados electorales cuatro años atrás y de manipular lo que ven los usuarios en base a preferencias, gustos y demás. Paradójicamente, y quizás siguiendo el ejemplo de Twitter -aún cuando no siempre han estado de acuerdo-, Facebook ha pretendido convertirse en una suerte de paladín de la democracia y la verdad, y la movida le ha salido un tanto cara.

Con Facebook viene dándose una situación de deplatforming donde mucha gente está optando por unirse a MeWe, una red social donde no hay censura ni recolección de datos (hasta ahora). Para que se tenga una idea, en la última semana ésta ha sumado 2.5 millones de nuevos usuarios, para un total de 15.5 millones en la actualidad. Curiosamente, la mitad de estos está fuera de Estados Unidos, sugiriendo que el hartazgo es global.

Tan mala es la reputación de Facebook que ni siquiera WhatsApp se salva de los embates. A lo largo del mes de enero, millones de personas han optado por irse a Telegram ante el prospecto de que, como parte de un proceso de integración profunda, la plataforma estará compartiendo datos con Facebook.

De nada ha servido explicar que esto lleva años sucediendo y que el cambio anunciado en políticas de privacidad, inicialmente pautado a entrar en vigencia en febrero 8 y actualmente pospuesto por tres meses, no es más que un esfuerzo por transparentar la situación.

Con Twitter, las cosas no es que estén mucho mejor: esta plataforma es ahora un campo minado para personas que no estén de acuerdo con ciertas tendencias que se están viendo en el mundo. Se ha visto con gente como la escritoria inglesa J.K. Rowling, quien tuvo un serio enfrentamiento por un tema de género. Políticos conservadores en Estados Unidos igualmente denunciaron algo similar.

Más allá de las posturas políticas, convicciones y demás, estas redes han violadado lo que quizás era su punto más sagrado: libertad de expresión, sin llegar, obviamente, al libertanaje. Los controles aplicados en los últimos meses fueron para mucha gente la gota que colmó el vaso, y por eso una plataforma como Parler repentinamente luce atractiva, tanto que Google, Apple, Amazon y demás trataron de detenerla al sacarla de sus tiendas de aplicaciones y servicios de hosting.

¿Es justo el tratamiento dado a Parler? Desde el punto de vista de lo que representan las redes sociales, esto puede verse como un error, y la reacción no ha tardado en manifestarse. Este podría ser un momento decisivo en la industria, tanto que el panorama puede recomponerse en próximos meses a través del fenómeno de deplatforming que se está viendo.

Ahora que se estrena un nuevo mandato en Estados Unidos hay que ver el rumbo que toman las cosas, y eso incluye las redes sociales. No tenemos bola de cristal para predecir qué ocurrirá, pero, una cosa es cierta: Facebook, Twitter y demás no están en su mejor momento.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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