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¿Desenlace final? Altman está de vuelta en OpenAI
Altman Openai

¿Desenlace final? Altman está de vuelta en OpenAI

Ahora que la novela OpenAI parece haber terminado con el retorno del todopoderoso Sam Altman, queda en el aire la pregunta de para qué fue todo este show.

O sea. Es un hecho que en muchas grandes compañías el ser dueño, cofundador o CEO no se traduce en poder absoluto, pues casi siempre hay una junta directiva que está por encima de esos títulos.

En el caso de OpenAI, esta estructura se hizo más que evidente, aun fuera de manera efímera, con la deshonrosa y sorpresiva expulsión de San Altman el pasado viernes.

Uno de los roles que ejerce una junta directiva es, justamente, supervisar el desempeño del CEO y velar por los mejores intereses de la organización. Si las cosas no van por el rumbo correcto, ahí intervienen.

A cinco días del inicio de esta novela, aun no hay detalles claros y concretos de lo que llevó al despido de Altman, pero la versión más repetida y aceptada es que la junta directiva temía (o teme) un descarrilamiento de OpenAI en términos de ética.

En este punto es interesante ver cómo ha sido la evolución de OpenAI desde su fundación en 2015 por un grupo de personas que, curiosamente, incluía a Elon Musk. Altman, por supuesto, también forma parte de este grupo.

Musk, quien abiertamente ha expresado sus temores ante el avance indómito de la inteligencia artificial, se salió de OpenAI en 2018. Hoy se suma a quienes señalan que el efímero despido de Altman obedece a un comportamiento menos que ideal.

¿Quién, entonces, es Sam Altman, y por qué su comportamiento es hoy motivo de análisis y conjeturas?

En Silicon Valley, Altman es un personaje de mucha valía y poder, reconocido por sus capacidades tácticas y estratégicas, así como por su ojo para detectar startups y proyectos tan factibles como trascendentales.

Es también una persona muy diestra en el arte de conseguir apoyo de los grandes, siendo la participación de Microsoft en OpenAI un buen ejemplo de esto.

También se comenta que Altman es una persona sumamente ambiciosa, con la particularidad de que tiende a buscar beneficio personal y poder en cada uno de los emprendimientos y proyectos donde ha estado.

Así, por ejemplo, en 2019 Altman fue despedido como CEO de la incubadora de startups Y Combinator por determinarse que estaba sacando provecho indebido a las coyunturas que allí se presentaban.

Justamente en 2019 inició el reinado de Altman en OpenAI, pasando la organización de ser una entidad enteramente sin fines de lucro a una compañía de ganancias limitadas gobernada por la parte de la organización que no es comercial (OpenAI Inc.).

Bajo Altman, el crecimiento de OpenAI ha sido exponencial, y el mejor ejemplo de ello es la forma en que ChatGPT ha puesto tanto al concepto de inteligencia artificial como a la compañía en el mapa.

La asociación con Microsoft ha sido clave en todo esto, y todo indica que Altman va por mas, según dejó entrever en DevDay y en Microsoft Ignite.

¿Va demasiado rápido esta cuestión de inteligencia artificial? Más de uno piensa que sí, y eso incluye a los miembros de la junta directiva que entendieron necesario poner un freno a Altman.

Desafortunadamente, la cuestión fue pésimamente manejada y, en vez de lograr el posible objetivo de mantener el desarrollo de la inteligencia artificial a un  ritmo prudente, ahora tenemos a Altman reivindicado y con bríos renovados.

Eso es lo que ocurre cuando se toman decisiones apresuradas. La junta directiva aquella quedó en ridículo y, posiblemente, el tema de la ética o las consecuencias de la inteligencia artificial quede en un segundo plano.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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