La política lo permea todo. Es un fenómeno universal, y República Dominicana no es la excepción. Sin embargo, este impacto no se limita a los asuntos de gobierno; abarca industrias tan amplias como la tecnología, un sector que engloba desde servicios digitales hasta inteligencia artificial y redes sociales.
Al igual que la política, la tecnología también todo lo permea, y el vínculo entre ambas ha alcanzado nuevos niveles de interdependencia en los últimos años.
Uno de los casos más notorios de esta influencia mutua se da en el ámbito de las redes sociales. Originalmente concebidas como baluartes de la democracia y la libre expresión, estas plataformas desempeñaron un papel crucial al amplificar voces marginadas y facilitar cambios sociales profundos. Sin embargo, con el tiempo, la dinámica cambió drásticamente.
En una era marcada por el auge del wokeísmo, las redes sociales comenzaron a implementar controles más estrictos sobre los contenidos, favoreciendo ciertos discursos y censurando otros. Fue un período de polarización, en el que las plataformas se convirtieron en terrenos de batalla ideológica.
Las narrativas dominantes silenciaban a menudo puntos de vista conservadores o contrarios al consenso general, transformando lo que alguna vez fue un espacio de libertad en uno de censura.
Sin embargo, este panorama está cambiando rápidamente en 2025. La victoria de Donald Trump en Estados Unidos marcó un punto de inflexión en esta tendencia. Ahora, figuras como Elon Musk y Mark Zuckerberg lideran un cambio hacia una mayor apertura en las redes sociales. Zuckerberg, en particular, anunció el martes 7 de enero que Meta eliminará la verificación de contenidos y adoptará un sistema de “notas de la comunidad”, similar al que emplea X en la actualidad.
Esta decisión no ha estado exenta de polémica. Por un lado, Zuckerberg argumenta que la verificación de datos había sido politizada al punto de convertirse en un instrumento de censura. Casos emblemáticos, como los debates en torno al manejo de la pandemia de COVID-19, ilustran cómo las restricciones limitaban la circulación de opiniones e investigaciones alternativas. Por otro lado, surgen preocupaciones sobre el impacto que la eliminación de estos controles podría tener en la calidad de la información y la experiencia de los usuarios.
Es importante aclarar que la verificación de datos no es lo mismo que la moderación de contenidos. Mientras que la primera busca garantizar la veracidad de la información, la segunda intenta mantener un entorno seguro y adecuado para todos los usuarios.
Sin embargo, la moderación ha sido una tarea monumentalmente difícil y psicológicamente devastadora para quienes la realizan, especialmente para los equipos subcontratados que deben enfrentarse a los contenidos más extremos y perturbadores.
El panorama actual de las redes sociales nos deja ante una paradoja. La eliminación de controles puede restaurar en parte la libertad de expresión, pero también plantea riesgos significativos.
Como usuarios, tenemos la responsabilidad de navegar este espacio con cautela y contribuir a un entorno digital más saludable. La tecnología seguirá bailando al ritmo de la política, pero nosotros decidimos cómo interactuar con ella para preservar nuestra cordura y sacar el máximo provecho de estas herramientas.
