Para nadie es secreto que vivimos tiempos enrarecidos y peligrosos matizados por tecnología que se muestra cada vez más vulnerable, pero sin la cual se nos hace difícil vivir y desenvolvernos a cada nivel imaginable.
Esa excesiva dependencia tecnológica es la razón por la cual apagones como el de España, donde prácticamente se paralizó todo porque sin energía los sistemas tecnológicos no corren y hasta la Internet se ve afectada, son noticia de carácter global. Es también la razón por la que ciberataques que interrumpen procesos causan caos y pérdidas cuantiosas en cuestión de horas.
Sí, la tecnología es muy vulnerable, y en un mundo que depende cada vez más de estos recursos se entiende que debería haber alternativas a la mano que pueden ponerse en marcha en caso de cualquier eventualidad para mantener procesos corriendo y minimizar el impacto lo más que se pueda. A esto es que se llama planes de contingencia en cuestiones de logística, planificación y manejo de crisis, y da la casualidad de que, muchas veces, este concepto no pasa de formar parte de algún manual olvidado en empresas e instituciones.
Ya sea porque nunca se previó un incidente tan disruptivo como el que se registró el domingo 21 o porque fallaron los protocolos, es evidente que los planes de contingencia nunca entraron en acción en el Aeropuerto Internacional de Las Américas (AILA), afectándose las operaciones durante nueve horas para mala fortuna de miles de pasajeros varados en suelo dominicano.
Según Aerodom, el consorcio responsable del manejo y operación del AILA, el apagón fue provocado por fallos en una seccionadora, equipo usado para distribuir la electricidad. Dicho fallo, cuyas causas están bajo investigación, impidió el uso del suministro local de energía (Edeeste) y los propios generadores del aeropuerto. El total, 47 vuelos y alrededor de 5 mil pasajeros se vieron afectados por la situación, que dejó inoperantes a baños, Migración, Aduanas, tiendas, restaurantes, oficinas y el área de estacionamiento.
Desesperados, con calor y sin idea de qué hacer, los pasajeros no tardaron en notar un detalle que lo empeoró todo: no había información clara o precisa disponible de la situación, y este es un fallo recurrente a nivel local que debe ser revisado y corregido a la mayor brevedad posible porque la comunicación es parte esencial de adecuado manejo de crisis, concepto que es a menudo ignorado por empresas e instituciones.
Cómo suele ocurrir con las noticias e in dientes locales, los detalles son un tanto escasos, y eso da pie a especulaciones variadas y hasta a desconfianza. Por reí, cuando hubo un segundo apagón en el AILA la madrugada de este lunes, hubo una mezcla de desconcierto, temor e incredulidad, esto aun cuando se informó que este corte energético estaba programado para fines de mantenimiento.
¿Realmente fue solo un apagón lo del AILA, o hay algo más detrás, como un hackeo o ciberataque? Esta es la pregunta que muchos se hacen desde el domingo, sobre todo en el contexto de que, coincidencia o no, al menos tres aeropuertos europeos se vieron afectados por un ciberataque perpetrado contra los sistemas de registro y abordaje de Collins Aerospace. Uno de estos, el de Bruselas, seguía teniendo dificultades este lunes.
Al contexto de hackeos que están “de moda” en los últimos años, hay que agregar otro incidente ocurrido en suelo dominicano y que involucra a un ciudadano ruso que, según las autoridades, presuntamente dirigía una red de desinformación política en la región y el país que está vinculada al gobierno y oligarquía rusos.
Hasta que no se tenga información clara y los resultados de la investigación que se lleva a cabo, la especulación respecto de lo ocurrido en el AILA seguirá su camino. Así como algunos sospechan de un hackeo que provocó el apagón, otros no descartan un vínculo con lo ocurrido en aeropuertos europeos durante el fin de semana o, incluso, con el apresamiento del ruso, pues lo que este dirigía no es buena cosa, tanto que involucra el uso criptomonedas para ocultar origen de fondos y otros vínculos, así como tácticas diseñadas para desviar la atención y engañar al enemigo. A todo esto, según los pocos detalles disponibles, actores locales se habrían prestado al juego, sin tener idea de la realidad.
En lo que se resuelve el caso y de determinan las causas de lo ocurrido, le vendría bien tanto al gobierno como a Aerodom mejorar su capacidad de respuesta ante situaciones inesperadas. El manejo de crisis es crucial, de la misma manera que son cruciales los planes de contingencia. En un país donde los apagones son cosa de cada día, esto no debió ocurrir como ocurrió. Aquí lo valioso es la lección que se puede sacar para fines de aprendizaje.







