Porque viajar a 700 millas por hora a bordo de cápsulas que se desplazan al vacío no es lo suficientemente revolucionario, ni tampoco lo es la red de túneles subterráneos que complementaría a este sistema futurista, el famoso Hyperloop, Elon Musk pone ahora su mirada en cohetes.
Cierto es que el tema de los cohetes no es nada nuevo viniendo de Musk, pues entre sus múltiples funciones él es la cabeza de SpaceX, compañía que de dedica justamente al tema de transporte espacial para fines de logística y hasta recreativos, según planes develados una y otra vez que tendrían como destino final la colonización de Marte.
Por muy jalada de los moños que parezca la cuestión de una colonia humana en Marte, es importante notar que Musk no está solo en esta aspiración: desde hace unos años el proyecto Mars One, del holandés Bas Lansdorp, está reclutando voluntarios para lo que algunos estudiosos de la materia definen como una misión suicida y altamente compleja.
Llegar a Marte a bordo de un cohete no es algo que esté tan alejado de la realidad, sobre todo porque SpaceX lleva un tiempo desarrollando y mejorando sus sistemas, con pruebas mayormente exitosas que se destacan por la maestría de los aterrizajes. El verdadero reto de lo que plantean tanto Musk como Lansdorp es hacer del planeta rojo uno habitable para los humanos.
Se sabe que los cohetes son el medio de transporte estándar para viajar al espacio, pero Musk tiene ideas que son más terrícolas en naturaleza: aprovechar este medio de transporte para hacer viajes a cualquier punto de la tierra en menos de una hora.
Estos viajes “domésticos” tendrían como base un vehículo tan fantástico y gigantesco que Musk simplemente lo ha llamado “Big Fucking Rocket” (reducido a BFR para fines prácticos), el cual serviría además para viajes interplanetarios, concepto donde entra la vieja idea de Marte.
La función de BFR en el esquema presentado por Musk durante el Congreso Internacional de Astronáutica realizado esta semana es transportar naves espaciales hacia la estratosfera para así orbitar la tierra y aterrizar en almohadillas flotantes estratégicamente ubicadas en las cercanías de grandes ciudades como Nueva York o Shanghai.
Según Musk, viajar de esta manera permitiría hacer el viaje de Londres a Dubai o Nueva York en apenas 29 minutos, mientras que de Los Angeles a Toronto tomaría 24 minutos. Esto se explica por el hecho de que la nave transportada a bordo de BFR iría a una velocidad máxima de 18,000 millas por hora. Eso sí, que para disfrutar de este beneficio hay que primero salir del planeta y luego volver a entrar, con todas las consecuencias que ello supone.
Antes de que esta idea tan radical se materialice muchas cosas tienen que pasar. Lo primer sería construir BFR, que daría al traste con todos los otros proyectos de SpaceX y se alimentaría de los servicios que actualmente ofrece la compañía a estaciones espaciales. Luego está la cuestión de las pruebas, la logística y los permisos, asumiendo que eso será un requisito.
¿Estará soñando demasiado Musk? ¿Realmente veremos a Marte colonizado por humanos? ¿Y que hay de esta idea de viajar por cohete a lo largo del planeta Tierra? Supuestamente no sería mucho más caro que un vuelo regular en avión, pero eso está en veremos. Mientras tanto, resulta evidente que ya los túneles subterráneos y el Hyperloop no resultan suficientes para esta figura.