El mercado de smartphones está más saturado que nunca, lleno de equipos con poca diferenciación entre sí a nivel de diseño y especificaciones, siendo las propuestas chinas que ofrecen una combinación de calidad aceptable y precio la combinación ganadora en mercados emergentes y entre el público que considera absurdo gasta miles de dólares en uno de estos aparatos, aun teniendo el poder adquisitivo.
Aun cuando la generalidad opina que los smartphones de gama alta están muy caros, siguen apareciendo propuestas que desafían al público, logrando muchas veces enganchar a nivel de atención. Es el caso de las últimas propuestas de Samsung, Huawei y hasta Apple, esta última justamente conocida por ser una marca cara con un base de usuarios que más bien se comportan como si fuera un culto.
Pese a la insistencia de meter más de una cámara para fines de competir e impresionar, pese a la tendencia a incluir un almacenamiento cada vez mayor y pese a la moda de pantallas cada vez más grandes y otras especificaciones de corte vanguardista y futurista, el mercado de smartphones lleva meses (o quizás años, de manera gradual) dando indicios de madurez y posible estancamiento. Aun así, paradójicamente, la oferta de estos aparatos tan solo ha incrementado, no tanto así su demanda.
El panorama actual obliga a una pregunta: ¿hacia dónde va el mercado de smartphones? Partiendo de propuestas como Galaxy Fold o Huawei Mate X, podría decirse que las pantallas flexibles y formatos dinámicos serán la norma, pero no necesariamente sea esa la respuesta.
A mediano o largo plazo es posible que los smartphones, tan omnipresentes hoy, sean reemplazados por dispositivos carentes de pantallas, y esa es una visión que lleva años rondando, pues en parte fue la motivación tras los relojes inteligentes, siendo la idea ofrecer al usuario una oportunidad de soltar la pantalla, desocupar sus manos y andar menos distraído y ligero por esa causa.
Podría parecer sorpresivo y hasta contraproducente, pero esta visión de un futuro sin smartphones es compartida por Randall Stephenson, CEO de AT&T, quien en función del eventual despliegue de redes 5G, y aprovechando la estabilidad y rapidez que brindarán, apuesta a un futuro de gafas y otros equipos impulsados por realidad aumentada, sin tener la mano permanentemente ocupada por una pantalla.
En cierto modo los smartphones son una suerte de muleta: tanto permiten como obstruyen el acceso a recursos en Internet, incidiendo negativamente en varios aspectos del día a día, pues ahora se habla de adicción a las pantallas, déficit de atención que va en aumento y socialización que es cada vez menos personal. Desde un punto de vista práctico, y recordando que en parte fue la motivación tras los relojes inteligentes, Stephenson considera que estos equipos son más grandes de lo que deberían ser, ocupando demasiado espacio.
En el corto plazo los smartphones seguirán reinando, pero no se puede obviar que hay una latente industria de gafas, interfaces cerebrales y otras alternativas a las pantallas que aprovechan avances en realidad aumentada, control de gestos e inteligencia artificial.
Justamente por ahí parece ir el futuro de los smartphones, por gafas, lentes, cascos y mecanismos que permitan tener información y recursos dentro del propio campo visual, sin necesidad de interactuar con una pantalla. Esta tampoco es una idea nueva, y de hecho se ha visto anteriormente sin mucho éxito, pero debe recordarse que los mercados evolucionan.
De momento el principal inconveniente de este tipo de propuestas es que las gafas, cascos y demás no suelen ser cómodas, pero el área promete y los diseños son cada vez más livianos, pequeños y discretos. Esto sumado a los avances en realidad aumentada, realidad virtual, realidad mixta y tecnologías afines ofrece la idea de que un futuro sin smartphones no sería algo tan absurdo o alejado de la realidad.