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El daño que está causando Musk en Twitter es incalculable

El daño que está causando Musk en Twitter es incalculable

Un año atrás, cuando Elon Musk ya había acordado la adquisición de Twitter sin que aun se consumara, había grandes expectativas sobre lo que haría este excéntrico personaje.

Había gente que veía en Musk la salvación de una plataforma que, quizás de manera inexplicable, había dado un giro hacia la izquierda, enfureciendo a conservadores y derechistas con políticas y discursos que no solo se enmarcaban dentro de la tendencia “woke”, sino que, además, llegaban a discriminar injustamente.

Otros decían que Musk venía a revolucionar y poner en posición de triunfo a una plataforma que, comparada a sus rivales, nunca despegó del todo en cuestiones de cantidad de usuarios, ganancias o posicionamiento en anuncios,

El 27 de octubre pasado, como se recordará, Musk finalmente consumó la adquisición, convirtiéndose en el nuevo propietario de Twitter. Ocho meses después, sin embargo, la expectativa ha dado paso a una penosa y triste realidad donde la plataforma ya no es ni sombra de lo que alguna vez fue.

Al día de hoy, Twitter se ha convertido en un circo absurdo, un lugar donde malas decisiones dan paso a decisiones aun peores y donde la esencia se ha perdido por completo.

Solía ser que Twitter era la mejor red social para medir reacciones y sentimiento de la gente sobre los temas del momento. La plataforma ideal para dar seguimiento a acontecimientos en tiempo real, para enterarnos lo que estaba ocurriendo y hasta para viralizar temas de cierto peso.

Con la llegada de Musk, todo eso se perdió, y aunque podría argumentarse que la esencia llevaba algún tiempo perdiéndose, lo cierto es que Twitter nunca perdió su relevancia.

En la época en que se puso de moda “escuchar” las redes sociales como herramienta de investigación social y análisis estratégico, de mercado y hasta científico, Twitter siempre destacó por encima de las otras como la más relevante y la más generosa en lo que tenía que ver con el nivel de acceso que brindaba a herramientas usadas en esas labores.

Por años fue así esta dinámica, incluso cuando las demás plataformas, encabezadas por Facebook tras el lío de Cambridge Analytica, empezaron a limitar tales accesos.

Ahora, bajo el mando de Musk, ocurre justo lo contrario. No es solo que el acceso a la API está sumamente limitado, sino que, en su afán por capitalizar, conlleva precios prohibitivos. Peor aún, información que antes era pública, como es el caso de las reproducciones de un video compartido, ya no está a la vista.

Sumemos a esto las diferentes situaciones suscitadas por la caótica implementación de un sistema de verificación “democrático” por paga, el bloqueo o suspensión medalaganaria de cuentas que no han hecho nada para justificar tales acciones y la pretensión de limitar lo que se comparte a nivel de enlaces externos, y tenemos entre manos una plataforma que se ha convertido en un relajo y que ya no cumple uno de sus roles vitales.

Lo que ha sucedido con Twitter en esta nueva etapa afecta directamente el análisis y monitoreo de redes sociales, pero igualmente afecta a investigaciones académicas que por años dependieron de la data, generosidad y apertura de Twitter, tal como expone este artículo de The Verge.

Gente como Musk cree que basta con tener una actitud excéntrica y de indiferencia para triunfar en el mundo. Tristemente, esta estrategia no funciona en todas partes. Twitter es el vivo ejemplo de ello.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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