El viernes 19 de julio de 2024 quedará registrado en la historia como el día en que el mundo se detuvo por un apagón tecnológico que todavía, días después, sigue dando dolores de cabeza.
Ese fue el día en que 8.5 millones de computadoras Windows sufrieron los embates de una actualización defectuosa de CrowdStrike para la plataforma de ciberseguridad Falcon.
Falcon es una potente herramienta en nube que combina un sistema de detección y respuesta en endpoints (EDR) con un antivirus de próxima generación y monitoreo avanzado de amenazas, elementos que lo convierten en una de las opciones líderes en temas de ciberseguridad a nivel industrial y empresarial.
Sí bien se trata de un producto altamente valorado, nada es infalible o perfecto, y la prueba de ello se vio el pasado viernes cuando, de repente, millones de PCs en todo el mundo empezaron a mostrar la temida pantalla azul de la muerte de Microsoft.
Para cualquiera que haya utilizado Windows alguna vez, estas pantallas azules no son ninguna novedad, pues con cierta frecuencia se reportan situaciones catastróficas a nivel individual derivadas de uno de esos pantallazos, los cuales, a su vez, suelen atribuirse a alguna actualización inoportuna de Microsoft.
Inicialmente se asumió que la culpa del histórico apagón tecnológico del viernes fue de Microsoft, pero casi de inmediato se supo que la culpa, para variar, yacía en otra parte.
Hasta este incidente, es posible que CrowdStrike, al igual que pasó con Fastly en su momento, fuera una compañía poco conocida a nivel del usuario promedio de tecnología.
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Hoy, debido a la cantidad de reportes, memes, relajos y gente aún sufriendo las consecuencias de una actualización que sigue saliendo muy cara a varios niveles, este nombre se ha convertido casi en una mala palabra.
Para que se tenga una idea de la situación, más de 5 mil vuelos se han visto afectados a nivel global por este apagón tecnológico. Delta, una de las aerolíneas más golpeadas por la situación, sigue enfrentando problemas este lunes 21 de julio, reportando la cancelación de alrededor de 800 vuelos.
El caos del viernes no se limitó a aeropuertos: servicios de emergencia tipo 911 se vieron interrumpidos en varias ciudades del mundo, y en varios hospitales se cancelaron las cirugías programadas, solo haciéndose excepciones para casos de emergencia.
Se prevé que el costo de este apagón superará los mil millones de dólares, y desde ya se perfilan posibles demandas contra CrowdStrike en busca de compensación por ganancias dejadas de percibir y otros daños asociados.
Con el caso CrowdStrike se confirma aquello de que los problemas llegan rápido, no tanto así la solución. Asimismo, se trata, quizás, del ejemplo más claro hasta la fecha de por qué no debemos ni podemos depender tanto de la tecnología.
No fue por nada que al darse a conocer la noticia de este apagón tecnológico empezaron a salir las más variadas teorías de conspiración. El escenario daba para eso y más. Para empeorar las cosas, los hackers se aprovecharon del caos y el pánico para ofrecer falsas actualizaciones maliciosas que tan solo empeoraron las cosas.
