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Las cosas en Netflix van tomando un giro de lo más curioso
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Las cosas en Netflix van tomando un giro de lo más curioso

Siguen los despidos en Netflix: este martes se anunciaron 150 más, la mayoría de ellos en Estados Unidos.

Estos despidos se enmarcan dentro de los recortes que la compañía está aplicando en respuesta a la baja global en suscriptores reportada en abril pasado, baja que promete ser mucho más marcada en el próximo reporte trimestral.

Netflix ha señalado cuatro factores que explican esta baja en suscriptores: competencia creciente, decrecimiento en la adopción de televisores inteligentes (quizás porque ya se alcanzó el pico), la práctica de compartir contraseñas y situaciones macroeconómicas provocadas por eventos como la pandemia por COVID-19 y el conflicto Rusia-Ucrania.

Los análisis de mercado ciertamente sugieren que las cosas van por ahí, sin embargo, hay un quinto factor que se insiste ha jugado un rol importante: la cultura del wokeísmo a lo interno de Netflix.

En ese sentido, Elon Musk ha sido uno de sus críticos más evidentes, llegando a declarar públicamente que lo que está pasando con la compañía es consecuencia directa del wokeísmo.

¿Será verdad? Coincidencia o no, los recortes de Netflix a nivel de producciones empezaron justamente por un proyecto muy woke: Pearl, una serie animada ideada por Meghan Markle, duquesa de Sussex

Para darle más peso a la teoría woke, recientemente Netflix hizo cambios en sus lineamientos culturales, dejando en claro a empleados que no están de acuerdo con ciertos contenidos que tienen la opción de renunciar.

Esta decisión representa un alejamiento de la cultura woke que busca acomodar cada sensibilidad, y que, en ocasiones, se deja llevar de la presión colectiva de empleados para cancelar series, actores o personajes por resultar ofensivos a grupos minoritarios.

Dentro del conjunto de factores que explican la baja sufrida por Netflix, hay uno que la compañía lleva años tratando de combatir: la práctica de compartir contraseñas.

Recientemente se estimó que Netflix pierde alrededor de 6 mil millones de dólares anualmente por esta práctica tan arraigada, tanto que la propia compañía calcula en más de 100 millones los hogares que tienen acceso a sus contenidos por esta vía.

En esta ocasión, y quizás porque su liderazgo en streaming está en juego, Netflix tiene planes concretos de combatir el fenómeno. Un primer paso es ofrecer la opción de añadir un usuario extra -que no comparta la misma dirección física del titular de la cuenta- por un monto mensual menor a la mensualidad de la suscripción.

Esto ya está probándose en Costa Rica, Perú y Chile, con cargos extras menores a los 3 dólares en cada uno de estos mercados.

Otros cambios que contempla Netflix para enfrentar su crisis incluyen la adopción de anuncios en algunos de sus planes y la posibilidad de complementar sus contenidos con streaming en vivo.

En pocas palabras, Netflix estará adoptando elementos que por años han permitido a la industria de la televisión mantenerse en pie. Desde el punto vista de cómo se vendía el streaming como la alternativa superior a la televisión, esto representa una grandísima paradoja.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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