Las redes sociales, si se usan adecuadamente, pueden traer muchas satisfacciones y beneficios a sus usuarios. Hay gente individual que hace la diferencia con una cuenta de Twitter o Facebook bien manejada, donde comparte informaciones y datos de interés que dan lugar a interesantes conversaciones y debates que se manejan con altura. Sin embargo, esta no es la norma, más bien la excepción. Junto a la gente común y corriente, aquella que tiene apenas un puñado de seguidores y que se limita a repetir lo que dicen otros, hay otra clase de gente que se dedica a arruinarle la experiencia a otros con sus insultos y comentarios denigrantes. Hablo, por supuesto, de los trolls.
Por infantil que parezca, hay en las redes sociales gente que es notoria por estas cosas. Gente que se dedica a insultar a otros, a burlarse abiertamente, a hacer comentarios desagradables y fuera de tono. Estos son los famosos trolls, que bien pudieran llamarse haters o bullies, aunque habrá quien señale que se trata de categorizaciones distintas. Independientemente de que estos grupos tengan leves diferencias entre sí, no puede negarse que su impacto es el mismo, no importa que estén en Facebook, Twitter o en cualquier otro foro/red social de las tantas que abundan por internet. Hay personajes de estos que hacen sus ataques bajo el manto del anonimato, mientras que otros usan su nombre real, a veces acompañado de una foto también real. En uno y otro caso son personas que se escudan tras una pantalla para cometer sus abusos, y lo más probable es que en vivo no sean tan bravucones.
¿Qué tan malo es lidiar con trolls? Todo depende de como se maneje el tema, pero, en ocasiones, el abuso es tal que hay gente que simplemente opta por cerrar su cuenta. Un caso reciente, y que sirve para ilustrar el punto, es el de una joven de 21 años llamada Georgia Ford que a través de Twitter preguntó si el campeonato de tenis Wimbledon siempre se celebra en Londres. Hasta cierto punto es una pregunta ingenua, sobre todo para los amantes del tenis y los que viven en Gran Bretaña. Sin embargo, Georgia, lo mismo que cualquier otro, está en pleno derecho de preguntar. Quizás su error fue haber formulado esa pregunta en un lugar como Twitter, donde abundan personajes que sin ningún reparo se burlan hasta del más bonito, aún cuando ellos mismos pequen de ser ignorantes o brutos. Después de todo, fue en Twitter que mucha gente alrededor del mundo expresó su asombro al enterarse que el hundimiento del Titanic fue algo real y no solo una película protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet.
De vuelta al caso de Georgia Ford. Como muchas otras personas antes que ella, algunas conocidas, otras perfectos desconocidos, la joven tuvo que cerrar su cuenta a raíz de la enorme cantidad de mensajes insultantes y en tono de burla que recibió como respuesta a su pregunta. Como siempre, la opinión estuvo dividida: hubo quienes aplaudieron la decisión de Georgia cerrar su cuenta (por bruta, decían), mientras que otros expresaron su desagrado por el abuso verbal (o textual) al que fue sometido Georgia.
Ustedes, ¿qué opinan del tema? ¿Es algo que se está saliendo de las manos o es algo perfectamente normal? Mientras esto ocurre, abundan los artículos de consejos para lidiar con trolls, va tomando auge la frase de “don’t feed the trolls” (no alimente a los trolls) y en sitios como Arizona se hace el esfuerzo por regular esos ataques, quizás de una manera que no es la mejor.
Si bien todos tenemos el potencial de ser trolls, haters, bullies o como sea que se les llame a este grupo de desagradables, una cosa es cierta: responderles empeora las cosas, de ahí que se hable de no alimentarlos. Ignorarlos, aunque no es tan fácil, parece ser el mejor enfoque. Y si nada de esto funciona, tenemos aquel video de la comediante británica Isabel Fay, que dedicó junto a su grupo de comedias Clever Pie una canción que resulta ideal para estos personajes: THANK YOU HATER! De momento, los dejo con una conferencia titulada Don’t Feed The Trolls a cargo de Nicole Sullivan.