¿Inteligencia artificial desaforada? Ese es el temor de muchos ante el reporte de que se cocina una reestructuración en OpenAI que pondría todo el foco en la parte comercial de una organización que hasta ahora es controlada por la parte no comercial.
No es la primera vez que OpenAI, líder indiscutible en todo este asunto de inteligencia artificial, está en la mira por lo que se observa como una insaciable sed de poder que podría terminar en desarrollos alejados de la ética y con el potencial de salirse de control.
De igual forma, los temores de una inteligencia artificial todapoderosa capaz de dominar a la humanidad son viejos, y compañías como OpenAI tan solo los exacerban al punto de generar morbo y pánico prematuro.
En el centro de todo esto yace la figura de Sam Altman, CEO de OpenAI, un personaje que cada día se hace más controversial luego de haberse manejado por años con cierta discreción.
Desde el punto de vista del drama que parece encantar a Silicon Valley, las cosas por el lado de Altman y OpenAI vinieron a ponerse interesantes desde noviembre del año pasado, cuando se escenificó lo que esencialmente fue un golpe de estado a lo interno de la compañía.
Corría el 17 de noviembre de 2023, un viernes como cualquier otro, cuando se repente salió el bombazo: Altman fue despedido de manera abrupta por la junta directiva, supuestamente por no manejarse con la debida franqueza.
En ese momento, empezaron las especulaciones, casi todas apuntando al tema de la ética como motivo para justificar una movida tan sorpresiva y arriesgada como esa.
A seguidas, el juego de ajedrez que suele caracterizar situaciones inesperadas como estas, con un quita y pon que terminó con Altman reinstaurado como CEO cuatro días después, cargo que aún mantiene.
A nivel externo, podría decirse que el drama tuvo poco efecto, pues OpenAI siguió concitando la atención de medio mundo mientras seguía presentando impresionantes avances en cuestiones de inteligecia artificial.
Internamente, sin embargo, las cosas no seguían tan normales, y es así como meses después -en mayo de este año- Ilya Sutskever, uno de los propulsores del despido aquel, decidió abandonar OpenAI para fundar su propia startup de inteligencia artificial.
La salida de Sutskever, tomándose en cuenta las diferencias con Altman, quizás no fue del todo sorpresiva, pero no se puede decir lo mismo de la renuncia en días pasados de Mira Murati, quien se desempeñaba como directora de tecnología (CTO).
Coincidencialmente, la salida de Murati ocurrió al tiempo que se reportaban esos planes de cambios estructurales que apuntan a una potencial reducción ética en OpenAI. Peor aún, coincidió con la salida de otros dos altos ejecutivos, lo que ha vuelto a reactivar las especulaciones.
Horas después de la renuncia de Murati, quien informó en X que era el momento de hacer sus propias exploraciones, el jefe de investigación, Bob McGrew, y un VP de investigación, Barret Zoph, también presentaron renuncia.
McGrew dijo que era hora de tomar un break. Curiosamente, Zoph también habló de que es el momento propicio para explorar oportunidades fuera de OpenAI.
Como es lógico, la renuncia simultánea, pero independiente, de estos tres ejecutivos tiene a muchos especulando sobre los motivos y el futuro de OpenAI, que podría hacerse más atractiva a inversionistas si hace la reportada reestructuración.