Impulsado más que nada por la Internet de las Cosas (IoT), el concepto de hogar inteligente es uno que contempla la inclusión de par de artefactos que además de trabajar en conjunto permiten el control remoto de aspectos que tradicionalmente requieren intervención directa del usuario.
Así, por ejemplo, bocinas con asistente de voz integrado como las que ofrecen Amazon y Google hacen el trabajo de controlar música, luces y temperatura, entre otras tareas que realmente varían de acuerdo a las necesidades de cada cual, mientras que cámaras de seguridad se unen a bombillos inteligentes y alarmas de humo para ofrecer un mayor nivel de seguridad y alertar en tiempo real sobre posibles amenazas.
Aún cuando estos dispositivos ofrecen un nivel de automatización y sencillez que diez años atrás era imposible imaginar, conjuntamente con la posibilidad de monitoreo y control remoto de ciertas variables delicadas, el hogar de hoy sigue sin contar con una inteligencia propia que le permita responder de manera proactiva a situaciones que sucedan en ausencia o presencia del dueño. Hay una startup, Lighthouse, que se propone cambiar este panorama al aplicar tecnología usualmente asociada a vehículos autónomos.
La visión de Lighthouse, fundada por Alex Teichman y Hendrik Dahlkamp, ambos con vasta experiencia en el ámbito de vehículos autónomos, es equipar al hogar con lo necesario para entender su entorno, lo que sucede en el mismo y actuar en consecuencia.
La versión de “hogar inteligente” que conocemos hoy tan solo se limita a dar alertas en base a lo recogido por sensores, sin realmente discernir si hay un peligro real o si se trata solo de algo en el ambiente, como, por ejemplo, brisa. No solo eso, todos esos equipos requieren del input del usuario, ya sea a nivel de programación o durante el monitoreo en tiempo real, al punto de que suelen fallar cuando hay un cambio inesperado en la rutina.
Estos detalles son los que Lighthouse busca mejorar al incluir tecnologías de machine learning y sensores capaces de medir distancias en base al posicionamiento de la luz, proveyendo efectivamente una visión tridimensional del entorno.
El primer producto de Lighthouse es una cámara de seguridad que promete reconocer el entorno, discernir entre la presencia niños y adultos, reconocer sus caras e incluso diferenciar sus acciones, ya sea que estén caminando, saliendo de una habitación o bien entrando a ella. La data recolectada es analizada por un algoritmo de aprendizaje profundo para poder ofrecer una experiencia más intuitiva y proactiva. En el entrenamiento de este algoritmo participaron 100 voluntarios que además ofrecieron retroalimentación.
La cámara de Lighthouse es capaz de responder satisfactoriamente a comandos específicos, como avisar si los niños no llegan a una hora predeterminada. En el futuro, dependiendo de la adopción y la integración de tecnologías más avanzadas, estos dispositivos podrían actuar de manera casi independiente en determinadas situaciones, un indicio de verdadera inteligencia que probablemente no resulte del todo cómodo a algunos.
El producto está en preorden desde hace dos semanas y contempla la inclusión de un plan de servicio. El costo total por un año, incluyendo el dispositivo, sería 399 dólares. Por supuesto, hay una aplicación que permite interactuar con el asistente y recibir alertas a través del smartphone, y toda la acción del día queda registrada en videos fáciles de navegar. Los envíos están pautados para septiembre.