¿Has visto tus números en redes sociales declinar en las últimas semanas?
Este fenómeno es cíclico y tiene mucho que ver con las tendencias que las grandes plataformas entienden hay que seguir.
Un ejemplo particularmente interesante es Instagram, donde hay un creciente enfoque hacia videos, pero no cualquier tipo de video, sino uno que sea corto, divertido y sin sustancia.
Si se te parece a lo que se ve en TikTok, no estás alejado de la realidad. Aunque en esencia estas son dos plataformas muy distintas, hace ya varios años que Instagram decidió caerle atrás, por aquello de que en Facebook copian todo (recuerden ustedes a quien pertenece Instagram).
El resultado de esta movida, cuestionable en varios sentidos, es algo que muchos gente ha notado: un decrecimiento en alcance e interacciones en aquellos posts que no son de reels o que emplean los filtros y demás chulerías copiadas de TikTok.
¿Es justo esto? Claro que no, y la comunidad artística, aquella que inicialmente dio vida a Instagram, está sintiendo los efectos y mostrando su inconformidad.
Hoy es Instagram, pero ayer fue Facebook, y mañana será otra. Caerle atrás a las tendencias y a lo que diga un algoritmo no solo es difícil, sino un ejercicio hasta cierto punto inútil.
Ninguno de nosotros tiene un chip de inteligencia artificial en la cabeza diseñado para rastrear las tendencias del momento. Tampoco tenemos el tiempo o los recursos para dedicarlos a alimentar a ese monstruo en que se han convertido los algoritmos.
Decían tiempo atrás que las redes sociales eran una oportunidad de la gente común darse a conocer, explotar su arte y hasta ganarse algún dinero. Hoy día, eso es tanto una falacia como una carrera sin fin que no conduce a ninguna parte.
La triste realidad es que podemos hacer el mejor contenido del mundo a nivel de técnica y calidad, y si no cumple con esos parámetros -creados artificialmente por los propios algoritmos y su sistema de “recomendaciones”-, olvidémoslo: no se está en nada. Aquí sabemos por qué lo decimos.
