Últimamente no es raro entrar a Twitter y encontrar una serie de tuits marcados con advertencias respecto a la veracidad o legitimidad de lo planteado, siendo esto un intento por regular desinformación, fake News y demás fenómenos que nada aportan.
Las acciones, inicialmente bien vistas, incluyen deshabilitación de enlaces, eliminación de tuits y suspensión de cuentas. En Facebook las cosas son un poco menos dramáticas, pero llevan una línea similar.
¿Hasta qué punto debe controlarse y censurarse lo que se publica en esas plataformas? Hay ahora mismo un intenso debate al respecto en Estados Unidos, con legisladores demócratas y republicanos cayéndoles encima a los CEOs de Twitter y Facebook, cada bando con sus razones.
Por el lado de los republicanos, se considera excesiva la acción de cuestionar tuits relacionados a los resultados electorales en ese país, llevando el presidente Trump la delantera en advertencias recibidas. Los demócratas, por su parte, consideran que esas acciones podrían hacer más daño que bien a la larga. Respecto a facebook, se cuestiona la flojera en censurar cuentas que se han pasado de la raya con ciertos comentarios.
The Governor of Georgia, and Secretary of State, refuse to let us look at signatures which would expose hundreds of thousands of illegal ballots, and give the Republican Party and me, David Perdue, and perhaps Kelly Loeffler, a BIG VICTORY…
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) November 20, 2020
En el medio del debate yace Sección 230, una porción de la Ley de Decencia en las Comunicaciones que por años ha favorecido a las redes sociales al no hacerlas sujeto de demandas legales por aquello que publiquen los usuarios
Bajo Sección 230, estas plataformas sin distribuidores de contenidos y no editores, pero las acciones que han ido tomando para controlar u censurar contenidos cambiarían el panorama, pues ya caen bajo la categoría de decisiones editoriales.
Se recuerda que meses atrás el presidente Trump amenazó con eliminar esos privilegios a las redes sociales, decisión motivada precisamente por lo que fue descrito como un exceso de control de parte de Twitter