Con ingresos anuales proyectados de 82.1 mil millones de dólares hacia 2025 y una cantidad creciente de modelos y escenarios de uso, la industria de drones es ahora mismo una de las más atractivas en el ámbito tecnológico, con fuertes proyecciones de venta en Estados Unidos y Europa para los próximos diez años.
Parte del atractivo de los drones es su versatilidad de uso: al tratarse en la mayoría de los casos de dispositivos compactos y aerodinámicos, con cierto nivel de autonomía y provistos de cámaras y sensores, estos pueden usarse en una serie de actividades más allá de fotografía y video aéreo -ya sea comercial o recreativo- que incluyen supervisión, inspección, asistencia en rescates, distribución, logística y transporte a varios niveles.
En todas estas áreas, extensivo a salud, defensa y educación, los drones se posicionan como una solución factible en el futuro inmediato, siendo la proyección generalizada un aumento sostenido de unidades en uso y, por ende, en el aire. Ante tal panorama gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea y otros mercados donde se observa crecimiento ya trabajan en regulaciones, controles y facilidades para acomodar un futuro que en gran medida podría estar dominado por estos aparatos.
Aún cuando son muy útiles y beneficiosos los drones representan retos a varios niveles, siendo un tema recurrente el control de los mismos en áreas donde no están autorizados a volar, como es el caso de aeropuertos y zonas militares. Este tipo de situaciones suele darse con drones de uso recreativo, a veces por ignorancia del operario, otras veces por querer romper las reglas o por buscar hacer algún daño premeditado.
Que un dron entre a un área restringida puede tener consecuencias insospechadas, desde causar un lamentable accidente hasta provocar un caos inusitado como se vio unos días atrás en el aeropuerto de Gatwick en Londres, donde cesaron las operaciones por 36 horas en víspera de la Navidad a causa de un dron avistado múltiples veces en la pista de aterrizaje. Vuelos desviados, retrasos que se reflejaron en más de un aeropuerto y desesperación de los pasajeros fueron la consecuencia de lo que se cree fue una infracción premeditada como parte de activismo ecológico. Eventualmente tecnología israelí fue usada para capturar al dron invasor, pero aun no se sabe quien lo operaba.
¿Cómo puede lidiarse con drones en zonas no autorizadas? Tecnología para detectar, interceptar y bloquear estos aparatos existe, pero hay un tema de legalidad, permisos y autoridad que en ocasiones retrasa una respuesta efectiva -como ocurrió en Gatwick-, propiciando quejas y críticas del público afectado.
Interceptar un dron, independientemente del método utilizado, puede afectar otras señales y sistemas en el área, con consecuencias a veces imprevistas. Bajar un dron a la fuerza con el uso de láser u otros recursos puede también traser consecuencias inesperadas, incluyendo daños a propiedad privada, daños físicos a personas e incluso problemas con la justicia a más de un nivel.
Aun cuando la tarea de deshabilitar drones no autorizados es compleja y costosa los sistemas antidrones representan un creciente nicho de mercado que anticipa el eventual dominio que tendrán estos aparatos sobre el espacio aéreo.
Compañías como Dedrone, Citadel Defense y DroneShield forman parte de este grupo con soluciones que contemplan tanto la detección y rastreo de drones no autorizados como mecanismos para efectivamente sacarlos de circulación sin ocasionar daños más allá del blanco establecido. Hay igualmente soluciones de baja tecnología en uso, como es el caso de la holandesa Guard From Above, que emplea aves rapaces para los fines.
Drones para transporte de personas, usualmente referidos como taxis voladores, representan otro reto para fines de logística y control, y por ello ya se trabaja en la formulación de estaciones especializadas que servirían de base para aterrizar y despegar y de puente de conexión con otras formas de transporte o acceso a la calle para quienes usen esos servicios. Aunque la idea podría parecer futurista y poco factible ya en Dubai se han dado los primeros pasos hacia el establecimiento de una flotilla completa de taxis voladores que podría entrar en operación formal en 2020.
Entregas a domicilio vía dron, tal como proponen Amazon, Google y startups tanto en Europa como en Estados Unidos, es otro reto para las autoridades, siendo el objetivo establecer un adecuado sistema de control de tráfico aéreo que asegure la coexistencia de distintos tipos de drones en el ambiente sin colisiones o daños a personas y propiedad pública o privada. En Europa existe actualmente la iniciativa Safir para los fines, enfocada en una primera etapa en pruebas donde participan diversas compañías que intervienen en las diferentes etapas del proceso. A largo plazo el objetivo es organizar el mercado de una manera que atraiga inversiones y genere empleos.
Un futuro donde los cielos estén repletos de drones de todo tamaño y tipo, compitiendo por espacio con las aves y demás vehículos aéreos, ciertamente no resulta atractivo o sostebnible, y justamente esto es lo que se pretende evitar con iniciativas de regulación y ordenamiento como Safir.
La versatilidad de los drones y sus beneficios son más que evidentes, pero en esa misma medida los retos se hacen también presentes. La meta final debe ser un equilibrio que respete medioambiente, ciudadanos y logística a partes iguales para que las condiciones de vida y convivencia se mantengan a niveles factibles.