En diciembre pasado, con el aparataje y mal gusto típicos de un narcotraficante, hizo acto de presencia Escobar Fold 1, un teléfono plegable que prometía un precio asequible con la finalidad de sacar de circulación a compañías como Samsung, Apple y otras que tiene la afición de vender equipos “malos” a sobreprecio.
Siendo el caso que Apple ni siquiera ha sacado un plegable al mercado, esta misión pudiera generar dudas y hasta parecer risible, pero la realidad es que Escobar Fold tiene su propia página en la Internet, habilitada para hacer compras, y tiene igualmente una serie de videos promocionales y de turoriales -todo de dudoso gusto- para ofrecer la apariencia de un mínimo de legalidad o legitimidad y, de paso, engañar a las masas.
Algo llamado Escobar, sea un teléfono, un lanzallamas o una empresa (la matriz detrás de este esquema se llama Escobar Inc.), debería no solo generar dudas, sino también disparar todas las alarmas posibles. De entrada, ¿quién en su sano juicio quisiera asociarse a semejante nombre? Quizás no hayan caído en cuenta, pero toda la línea “Escobar Fold”, que ya lleva dos teléfonos en el mercado, es un homenaje a Pablo Escobar, el fundador y líder del cártel de Medellín hasta su muerte a tiros en 1993.
Partiendo de la mala fama asociada a tan infausto nombre, resulta curioso que Roberto Escobar, hermano biológico del nombrado Pablo Escobar, quiera ahora hacer las veces de justiciero y poner “en aprietos” a compañías de renombre como Samsung o Apple por el delito de vender teléfonos “a sobreprecio”. Si consideran exagerado esto último, solo hay que ver las acciones que han tomado lugar: en el caso de Apple, una amenaza de demanda multimillonaria, y en el caso de Samsung, una campaña de dudoso gusto con el eslogan “RIP Samsung” que hasta tiene su propio dominio que lleva hasta Escobar Inc.
Pese a la fanfarria y el uso estratégico de modelos semidesnudas a modo de arma de marketing, parece que Escobar Fold 1 generó poca atención y es así como al poco tiempo sale Escobar Fold 2. En ambos casos, quienes pudieron observar de cerca los equipos, el comentario preponderante es que los diseños parecían “conocidos”, y vaya si los eran: en el caso del primer equipo era un FlexPai de Royole disfrazado. En el caso del segundo, era un Galaxy Fold igualmente disfrazado.
Gracias a Marques Brownlee, actualmente un referente en el mundo tecnológico, lo que era un secreto a voces ha sido oficialmente desenmascarado en un video donde a la clara se ve que los acentos dorados en estos equipos están colocados estratégicamente para tapar nombre y logos de los verdaderos fabricantes.
Entonces, aquí viene la pregunta del millón: si en efecto Escobar Inc. está vendiendo FlexPai y Galaxy Fold, ¿como se explican los precios a “vaca muerta”? Muy fácil. Es todo un engaño. Tal como explica el propio Marques, se coloca una orden y se ejecuta el pago, pero nunca llega el equipo. Ahora hagan el clásico “2+2 = 4” para llegar a su propia conclusión.
Desenmascarada la farsa, es de esperarse ahora que Samsung, Royole y otros tomen acciones legales, aunque existe la posibilidad de que desistan de perder su tiempo con alguien a la clara está iluso quizás por efecto de un complejo de grandeza sin tratar o porque finalmente las yerbas hicieron su trabajo. Ya veremos en qué termina esta película tan mala.