Las redes sociales son el lugar donde todos convergemos de alguna forma u otra, sea para mirar fotos ajenas, participar en debates, enterarnos de la actualidad o atizar chismes.
Esta omnipresencias de las redes, a las que tenemos acceso a través de varios dispositivos, abre el camino para dar usos que a veces son indebidos, como se ha visto en varias ocasiones por la vía de acoso, trolling y hasta suicidios que se pasan en vivo.
Si bien estos comportamientos son desagradables, ocurre en las redes algo peor y potencialmente más peligroso: manipulación de la opinión pública a través de propaganda y el fenómeno de fake news, que no se ve solo por esta vía.
Podrá parecer una exageración insinuar que las redes sociales son usadas para fines de manipulación, pero a esa conclusión recientemente llegaron autoridades estadounidenses al determinar que la famosa trama rusa que se venía denunciando desde antes de Trump ganar la presidencia el año pasado tienes visos de ser real.
La evidencia más contundente en este caso de supuesta infiltración rusa son una serie de colocaciones pagadas en rublos y distribuidas estratégicamente en redes como Facebook, Twitter e Instagram. Las publicaciones abarcaban variedad de temas que a los estadounidenses resultan sensibles, como son derechos LGBT, movimientos de raíces africanas, resurgimiento del Sur y feminismo.
Las publicaciones, que incluían fotos, noticias, memes y pósters, estaban construidas de una manera que inevitablemente apelaban a la división y sesgo de opinión, con tendencia hacia la ultraderecha, aunque, quizás tratando de hacerlo pasar como algo natural, también hubo colocaciones de corte liberal y que atacaban a Trump, el supuesto candidato favorito de Rusia.
Facebook, señalada como la red más aprovechada en la trama rusa, ha estado bajo fuego por parte de legisladores que cuestionan como se dejó pasar por alto la (ahora) evidente conexión entre propaganda muy específica -pagada en rublos, nada menos- e intereses rusos.
La defensa de esta red social hasta ahora sido pobre, pero hay que verlo desde este punto de vista: parte del negocio de Facebook es vender anuncios. Por otro lado, un punto válido de quienes cuestionan su rol es que la plataforma vive haciendo análisis y procesamiento de data. Quizás esto sirva para reflexionar sobre la creciente dependencia de algoritmos para tomas de decisiones potencialmente sensibles y para ver que el insight humano sigue siendo valioso e importante.
This is so good. #Facebook, #Google, #Twitter, they all need to be held accountable. pic.twitter.com/HHUYfNV9xC #russia #russiaads
— Dain Evans (@dain_nerd) November 2, 2017
El caso de la propaganda rusa se une con el fenómeno de fake news o noticias falsas para dar la sensación de que estamos en un mundo peligroso en lo que respecta a obtener informaciones confiables. Tan es así que el diccionario inglés Collins ha designado “fake news” la palabra del año.
En este mundo hiperconectado y globalizado, donde la gente está sensible en demasía y se va a los extremos en su forma de pensar y mirar las cosas, la manipulación de la opinión pública se hace sumamente fácil. Basta con aprovechar la distracción de las redes sociales para hacer el daño de manera subrepticia, a un nivel incluso subliminal.
Es importante ejercer el sentido común a la hora de consumir y compartir noticias, siendo un paso importante la verificación de fuentes. Algunas publicaciones se delatan ellas mismas por usar lenguaje pobre y mal diseño, pero otras están cuidadosamente construidas para engañar fácilmente.
¿Harán algo Facebook y demás redes luego de cuestionarse su rol en la llamada trama rusa? De por sí estas plataformas se han comprometido a combatir el fenómeno de las noticias falsas, pero la realidad es que cada usuario a nivel individual tiene una responsabilidad a la hora de hacer uso de las facilidades aquí presentadas.