A ver, ¿cuántas veces al día revisas tu teléfono para ver si tienes notificaciones, mensajes o llamadas sin contestar? Si no sabes la respuesta porque de tantas veces que lo haces ya perdiste la cuenta, no estás solo: un estudio de noviembre 2019 de Asurion, una compañía de seguros para equipos electrónicos de consumo como smartphones y tabletas, indicó que el promedio los estadounidenses revisan sus aparatos 96 veces al día.
Coger el teléfono y activar 96 veces la pantalla en un día para ver el estatus de todo podría lucir exagerado, pero, lamentablemente, la práctica es común y extendida por todo el mundo, no solo algo que se ve en Estados Unidos. Peor aún, según data de RescueTime, la gente pasa un promedio de 3 horas y 15 minutos al día con la cara pegada a la pantalla de sus smartphones, ya sea jugando, chateando, navegando o viendo contenidos. Aunque quizás no parezca mucho tiempo, a lo largo de un año esto equivale a 49 días.
La triste realidad es que la sociedad de hoy está más que embelesada con estos aparatos, y esto se refleja no solo en la cantidad de veces que cogemos el teléfono cuando estamos “aburridos”, sino también en encuentros sociales donde cada cual está absorto en su pantalla en vez de estar compartiendo.
Los datos brindados más arriba y lo que se observa empíricamente han llevado a expertos en comportamiento humano a hablar de adicción al smartphone, acuñándose de paso una serie de términos que, aunque absurdos, son reales, siendo FoMO (“fear of missing out” o miedo a perderse el can) y nomofobia dos de ellos.
¿Qué hacer para combatir la adicción? La inclusión de monitoreo de uso directamente en los móviles no ha hecho la gran cosa por despertar conciencia, por tanto, hay campo libre para salir con soluciones creativas. En el pasado se han visto sombreros especiales y periscopios para los adictos, pero esta silla de la polaca Agata Nowak lleva las cosas a otro nivel.
Llamada “offline chair”, la silla está especialmente diseñada para traer al adicto al smartphone de vuelta a la realidad, y para ello cuenta con un arma secreta: un bolsillo donde las señales wi-fi, celulares y demás simplemente no llegan. Al cortarse este suministro, la persona sentada allí no tendrá más remedio que -finalmente- relajarse y dejar a un lado las distracciones.
Agata tiene esta idea desde 2015 y actualmente busca fabricante. ¿Alguien por aquí se anima?