La desinformación es un fenómeno que ha existido siempre, pero ahora, con el dominio de las redes sociales, se ha convertido en una suerte de pandemia de alcance y consecuencias insospechadas.
Las redes sociales, conscientes de que han contribuido sobremanera a este fenómeno -incluso prestándose al jueguito, tal como se acusa a Facebook y otros-, llevan algún tiempo haciendo esfuerzos por combatir la desinformación, a menudo recurriendo a la inteligencia artificial para etiquetar contenidos dudosos y proceder a removerlos y sancionar de alguna forma al autor.
Desafortunadamente, la inteligencia artificial no es ni suficiente ni adecuada para este tipo de trabajo tan delicado, y muestra de ello es cómo el trabajo de periodistas acreditados y serios sufrió bajas en estas redes tras los incidentes del Capitolio en las últimas semanas de la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos.
Partiendo de esta realidad, y consicientes de que el fenómeno de la desinformación está cada vez peor, los de Twitter han tenido una genial idea: dar participación directa a los usuarios de la plataforma para señalar casos de desinformación y proceder a dar el contexto o fuente correctas.
Esta iniciativa, llamada Birdwatch, podría lucir una buena idea en principio, pero, en realidad, tiene el potencial de empeorar las cosas.
Today we’re introducing @Birdwatch, a community-driven approach to addressing misleading information. And we want your help. (1/3) pic.twitter.com/aYJILZ7iKB
— Twitter Support (@TwitterSupport) January 25, 2021
¿Cuál es el problema con Birdwatch? Aquello que podría verse como su principal fortaleza es, a la vez, su mayor debilidad: se le está dando el poder a la gente de definir qué es y qué no es desinformación. Este enfoque podría causar una situación similar a la que por años ha venido enfrentando Wikipedia, un recurso informativo que, por ser de “libre acceso”, fue perdiendo credibilidad hasta ser rechazado como referencia válida en contextos académicos y laborales.
Twitter, de por sí, está pasando por un momento de descrédito e insatisfacción de parte de los usuarios, exacerbado justamente por los incidentes del Capitolio del pasado 6 de enero. Tras la suspensión de la cuenta del entonces presidente Trump, la retirada de cualquier material alusivo a las protestas de ese día, el recrudecimiento de ciertos controles y el intento de bloqueo a Parler, la plataforma no ha salido del ojo del huracán, pero es importante aclarar que los problemas en ese sentido empezaron antes.
Por mucho tiempo, y de manera particular en 2020, las redes sociales han estado definiendo ciertas posturas, tendentes a favorecer la izquierda y lo liberal. Este sesgo probablemente sea un protagonista de primer orden en Birdwatch, y esto es algo que, desde ya, algunos periodistas y comentaristas estadounidenses han estado advirtiendo.
Apparently I cannot sign up to contribute to @birdwatch because of an account violation — the violation was @Twitter locking my account for sharing a story I wrote about big tech’s reaction to the NYP/Hunter Biden story. pic.twitter.com/hSsVkEkGV1
— Dana Loesch (@DLoesch) January 25, 2021
Birdwatch, que por el momento está solo disponible para usuarios en Estados Unidos -siempre que califiquen- es tan solo la más reciente idea o iniciativa “curiosa” en salir de Twitter. Antes de esto se vieron los controversiales Fleets, que no parecen haber despegado del todo, y los tuits de voz, que tampoco han logrado la gran tracción.
¿Hacia dónde van las redes sociales? Plataformas como Facebook y Twitter están viviendo un momento peculiar por las razones ya expuestas. Birdwatch podría desayudar más que ayudar, pero hay que darle el beneficio de la duda.
La desinformación, desafortunadamente, es algo que nosotros mismos, a nivel individual, debemos combatir. Esto se hace verificando fuentes, no creyendo todo lo que se publica por ahí y, sobre todo, no compartiendo cualquier cosa que vemos en redes sociales. Una buena regla a recordar es esta: si es demasiado sensacionalista, lo más probable es que sea fake news.